Jesús Silva-Herzog Márquez / El Estado experimental

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Muchos enredos se intrincan en el pleito presupuestal. Sin ser exhaustiva, la lista de trastornos que se han imbricado en este conflicto podría comprender: la indolencia presidencial, la incompetencia y la arrogancia de los negociadores parlamentarios, la ausencia de los dirigentes partidistas, la ineptitud del brazo político del Ejecutivo, la falta de diálogo productivo entre poderes. Ya bastantes se han pronunciado en estas páginas para dar su veredicto sobre los responsables de esta pendencia (llamarla "conflicto" sería demasiado elegante) entre poderes. No creo que tenga mucho sentido seguir esa ruta condenatoria. El hecho es que vivimos uno de los pleitos políticos más intensos de los últimos años. La batalla no es una disputa sobre una reforma que pueda posponerse o alguna iniciativa secundaria. El objeto del pleito es el combustible del gobierno: su presupuesto. Se trata, en efecto, de una materia vital para la administración; no es el cumplimiento de un vago mandato o el progreso de algún propósito político. La legislatura ha mordido la médula económica del gobierno federal y éste ha reaccionado con alarma.

Dejo el tema de la responsabilidad del conflicto. Dejo también a otros el bosquejo de las alternativas para salir del entuerto. Me interesa en este momento tratar un asunto que refleja la condición de nuestra política. Me refiero a la vastedad de nuestra incertidumbre. Sabíamos que entrar al mundo del pluralismo era sumergirse en aguas cargadas de contingencia. En democracia no cabe la certeza absoluta. La competencia supone aceptar la vacilación de los electores, la inestabilidad de las decisiones, el vaivén de gobiernos y partidos. Supone, incluso, la precariedad de la ley, sujeta en última instancia a la revisión de los tribunales. Pero la democracia exige al mismo tiempo un piso mínimamente estable, una tarima de certidumbre esencial. Es el suelo de las reglas. Si el mundo democrático es una agitación permanente, si es la imposibilidad de la fijeza, el piso de normas, instituciones y procedimientos es donde puede encontrarse la certeza crucial. Lo han dicho los estudiosos con toda claridad: si la democracia no puede garantizar resultados, debe encontrar firmeza en las instituciones. Democracia: una incertidumbre bajo regla.

La incertidumbre que hoy zarandea al país no es nuestra (dichosa) ceguera del victorioso de mañana. Es nuestra incapacidad para conocer con precisión el marco de facultades y limitaciones de los poderes...

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