Jesús Silva-Herzog Márquez / El proyecto del esperanzador

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Imposible dejar de respirar los aires de la restauración. El calendario retrocediendo 30 años. En la despedida del jefe de Gobierno, en el grandilocuente lanzamiento de sus propuestas, en la corte que celebra sus ocurrencias, en la prensa que lo idolatra, en la ausencia de competencia, en esa mezcla de mediocridad y aldeanismo interpretada como la palabra de un visionario, se siente el eco de las últimas glorias de presidencialismo. Un teatro repleto de empleados tributando aplausos de gratitud. La escena está demasiado cerca en nuestra memoria para ignorar su procedencia: un candidato único ungido como salvador nacional. El reciclaje de muchos priistas que acompañan al caudillo de la hora es lo de menos. Que muchos priistas relegados se reconviertan al culto del nuevo señor me parece, más bien, irrelevante. Era predecible: hace unos años glorificaban al profeta de la modernidad; hoy enaltecen al más furioso de sus enemigos. Bien se sabe que el resentimiento es uno de los motores más poderosos de la política. Absurdo desconocer su influjo -y su servicio. Lo sorprendente es la resurrección simbólica del presidencialismo, la rehabilitación del caudillismo prestigioso. Muy poca imaginación hay en esta recuperación de los rituales del redentor. López Obrador, candidato del neopriismo, escenifica una obra bien conocida: un candidato único al que se van adhiriendo ambiciosos. La recopilación de sus ocurrencias es empaquetada como un coherente y ambicioso proyecto que traerá la alegría a la nación. El candidato derrotado no tiene ninguna oportunidad para debatir con el nuevo príncipe. Quienes no lo aplauden, deben callar. Será un acto de fidelidad histórica, lealtad a la muy nuestra tradición del caudillo.

La ceremonia ha sido la coronación de la voluntad. Se alude constantemente a un mágico Proyecto Alternativo de Nación pero en realidad lo que se enfatiza es la determinación de un caudillo, la capacidad política de un hombre que puede transformar al país con sólo proponérselo. El "proyecto", envasado como libro y como listado de propuestas, no es más que una suma de ocurrencias. Muchos han tomado a López Obrador por un radical. No lo es. Su programa es de una pasmosa pequeñez. No hay, por ningún lado, algún boceto de cambio fundamental. Hablar de radicalismo implicaría un diagnóstico más o menos coherente de la realidad nacional y un esbozo de la transformación indispensable. En las palabras de López Obrador no hay nada que se asemeje a una...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR