Jesús Silva-Herzog Márquez / La nueva elección

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

El candidato demócrata a la Presidencia de Estados Unidos puede respirar con esperanza tras su desempeño en el debate del jueves pasado. Llegó con serios problemas: un candidato equino, distante y enredado que no acertaba a despuntar, mientras su contrincante afianzaba su ventaja. Un político que se perfilaba tercamente a la derrota, viendo a un Presidente que trotaba hacia su reelección. Si hubiera tenido un mal desempeño en el debate, hoy sería exhibido como cadáver y el tiempo que resta de la campaña habría sido poco más que un paseo para el presidente Bush. No ha sido así. Su causa recibió un buen empujón en Miami hace unos cuantos días. No es claro que el debate vaya a tener un efecto definitivo en la elección de noviembre pero, si le hacemos caso a la encuesta más reciente de Newsweek, el demócrata levantó 11 puntos en unos cuantos días y se coloca ya por encima del presidente Bush. La mayoría vio a Kerry como el ganador del debate, pero más allá de ese veredicto boxístico, lo que parece más importante es la transformación de una imagen. A Kerry se le ve hoy como un hombre mejor instruido, más sereno y, por lo tanto, más confiable en tiempos riesgosos. Si se desmenuza, es claro que la encuesta de Newsweek despide motivos de preocupación para el bando republicano. El 80 por ciento de los electores ve a Kerry como un hombre más inteligente y mejor informado que su rival. El 56 por ciento lo considera un líder más sólido. En efecto, como apunta el semanario en su portada, después de 90 minutos, la competencia electoral es otra. No es para menos, escuchar a Bush hablar, decía alguien recientemente, es como ver a un borracho caminar sobre el hielo.

Como todos los espectáculos de este tipo, el debate acentuó el peso de las formas. El podio, de idéntica estatura para los dos candidatos, ayudó a espigar al candidato demócrata al tiempo que encorvaba al republicano. Kerry parecía erguirse con elegancia, mientras Bush se arqueaba como una gárgola. El tono de la voz, el lenguaje de los cuerpos fue elocuente. Kerry se mostró seguro, tranquilo, con una serenidad que brinda confianza a quien lo observa. Bush, por su lado, fue un impaciente que desnudaba su intolerancia en cada mueca. El Presidente incómodo; su adversario firme. Kerry entraba a la zona privilegiada del Presidente, el territorio de mayor fortaleza del presidente Bush: la política exterior. Ahí mismo, el senador fue capaz de poner a la defensiva al Presidente. Kerry observaba a su...

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