Jesús Silva-Herzog Márquez / Apuntes sobre una encuesta

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Regresemos a la encuesta que publicó Reforma a principios de mayo. A pesar del valor de sus datos, no ha recibido, a mi juicio, la atención que merece. El estudio desmonta muchas expectativas sobre el rumbo de la política nacional. Quien quiera ver dónde estamos parados, debería examinarla con cuidado.

El Presidente no va en caída libre, como algunos imaginaban. Su popularidad había bajado en los dos registros previos, pero se recupera en la medición más reciente. El 62% aprueba su gestión. Lo aprueba a él, más bien. Los encuestados respaldan al Presidente, pero no celebran los resultados de su gobierno. La separación es muy notable. La gente ve un grave deterioro en las condiciones de seguridad. A fines del año pasado, el 58% pensaba que la violencia había aumentado. Ahora el 67% percibe empeoramiento. Económicamente es un poco más optimista hoy que en diciembre del 21. Le preocupa el aumento de los precios, pero, en lo personal, el 31% siente que su situación ha mejorado. En diciembre era el 23%. Se le percibe eficiente en el manejo de los programas sociales, pero es reprobado en asuntos tan importantes como el combate a la pobreza. Apenas el 39% cree que conduce bien la política económica y sólo el 38% percibe avances en el combate a la corrupción. El 26% cree que su política de abrazos no balazos es la adecuada para combatir al crimen organizado. Estaremos peor, pero estamos contentos con nuestro Presidente, parecen decirnos los encuestados.

El asunto intriga al comentariado. ¿Cómo puede respaldarse a un gobernante cuya gestión es reprobada? Creo que la explicación está en la profundidad de la identificación. Decía el filósofo Anthony Kwame Appiah que las preferencias de los ciudadanos no son una expresión de lo que quieren sino de lo que son. Quien vota dice: "aquí estoy". Más que evaluar el efecto de una política, declara pertenencia. Ese es el enorme éxito de la política lopezobradorista. Su discurso, todo lo machacón y simplista que se quiera, ha cambiado las coordenadas de la política mexicana. Para su fortuna, ha encontrado a los antagonistas ideales. Opositores y críticos refuerzan cotidianamente esa afiliación.

Muchos críticos siguen convencidos de que tarde o temprano se desinflará el globo de la popularidad. No hay manera que eso se sostenga, dicen. Es...

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