Jesús Silva-Herzog Márquez / Normalizar lo aberrante

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

El aniversario del asalto al capitolio ha estimulado una discusión intensa en Estados Unidos sobre la condición de su democracia. La crisis que exhibió esa violenta irrupción de la ultraderecha azuzada por el presidente Trump está lejos de haber sido superada. Queda la sensación de que el asalto fue un ensayo, una advertencia de lo que podría volver a suceder. Una parte de la sociedad política no acepta el resultado del proceso institucional y trata de imponer su voluntad a través de la fuerza.

Mucho se comenta en estos días un libro de una politóloga de la Universidad de California que sugiere que la polarización en Estados Unidos puede conducir, ni más ni menos, que a una guerra civil. Barbara F. Walter trabajó en la CIA analizando la inestabilidad política en el mundo, identificando las causas de la violencia en todos los rincones del mundo. Con esa experiencia concluye que en Estados Unidos se presentan las condiciones para un estallido. No sería la repetición, por supuesto, de la primera guerra civil, sino un periodo de inestabilidad y de violencia. Si dejamos la fantasía de nuestra excepción, dice Walter, hay que reconocer que Estados Unidos se ubica en zona de riesgo. La polarización se agudiza, los extremismos se fortalecen, las instituciones son desacreditadas activamente por una de las dos mitades del país. En ese suelo, la violencia puede ser vista como el último recurso para salvar a la patria. Y los norteamericanos no solamente tienen muchas armas, sino que, al parecer, empiezan a tener la disposición de usarlas políticamente. Una encuesta reciente del Washington Post advierte que uno de cada tres norteamericanos considera que la violencia contra el gobierno de su país puede ser justificada. A finales del siglo pasado el 90% rechazaba la violencia, hoy es solamente el 62%. Cuando el extremismo se impone, cuando se desconoce la plataforma de las instituciones comunes, cuando se dibuja al otro como una amenaza a la sobrevivencia nacional, la fuerza, tarde o temprano, se impone.

A un año de distancia, lo más grave del asalto al capitolio es que no se considere tan grave. Que la mentira que alimentó la insurrección siga tan viva como entonces. Que el Presidente que fue sometido dos veces a juicio de...

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