Jesús Silva-Herzog Márquez / Nuestras instituciones

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Muy generoso fue el Presidente con su antecesor. Destrozó en su discurso todas y cada una de sus políticas, pero le agradeció su comportamiento durante el proceso electoral.

Ni una palabra al órgano que organizó ejemplarmente la elección. Ni una mención al instituto que dio cauce a la competencia y contó los votos que le dieron la victoria. El silencio es significativo.

Andrés Manuel López Obrador mantiene viva su desconfianza del orden institucional. Aun teniendo mayoría en el Congreso, busca respaldos y legitimaciones por fuera de la legislatura.

Está convencido de que la democracia está en otro lado y que las instituciones necesitan refundarse si es que quieren ser confiables.

Lo que le incomoda, en realidad, es la disonancia del pluralismo. Para él, la democracia no es un régimen de separaciones, sino la afirmación de la única voz legítima.

Existiendo una voluntad auténtica del pueblo, todo lo que se aparte de ella, toda duda, toda sospecha, todo freno es un obstáculo maligno. Su ilusión es que los órganos del Estado se alineen con el Gobierno mayoritario.

Los procedimientos son, para él, frivolidades, los derechos coartadas de quienes pretenden defender privilegios. Esos son los reflejos del político que ocupa la Presidencia.

La victoria no ha transformado sus convicciones profundas. Si los jueces detienen una decisión, es porque son incapaces de entender el cambio que vivimos en julio.

Desde la perspectiva épica, las instituciones no pueden ser nunca plataformas de la neutralidad, jamás un patrimonio común. No deben siquiera aspirar a serlo.

Si ellos tuvieron sus instituciones, ahora serán nuestras. Si antes sirvieron al neoliberalismo, ahora serán instrumentos de la Cuarta Transformación. Si fueron instrumento de ataque en contra nuestra, ahora estarán puestas a nuestro servicio.

En la ocupación morenista de las instituciones no se advierte, si quiera, la intención de guardar las apariencias.

Debe ser, para ellos, consecuencia natural de haber conquistado la mayoría. Puede ser, tal vez, su entendimiento del "mandato": los electores quisieron que lo cambiáramos todo, que barriéramos con todos, que refundáramos todo.

Es la lógica de la aplanadora: si tenemos los votos, pasaremos por encima de quien nos venga en gana.

El mensaje es claro: no se pretende afirmar a la Judicatura como asiento de una imparcialidad deseable sino como respaldo del poder.

Así lo muestra la terna que el Presidente ha enviado al Senado para cubrir la vacante...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR