Jesús Silva-Herzog Márquez / Un negociador indigno

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

El Presidente Peña Nieto se despide. Por el radio lo escuchamos a toda hora defendiendo sus reformas, explicando sus decisiones, ofreciendo disculpas por sus errores. Es el último intento por redefinir su legado, por hacerse escuchar. A decir verdad, no es mucho lo que puede hacer para limpiar su imagen. El juicio del presente se expresó en las elecciones como la condena más severa que haya recibido jamás un Presidente de la República.

Más que la campaña publicitaria de estos días, lo que sintetiza su Gobierno es la aparente conclusión de las negociaciones del Tratado de Libre Comercio. En el anuncio de la semana pasada están sus seis años: la materia de sus logros y, al mismo tiempo, la gravedad de sus ofensas.

En el ocaso de su Gobierno, Peña Nieto regresa a su orgullo inicial. Soy un negociador. Sé entenderme con otros. Así se presentó en un principio: un Gobierno que sabe negociar y que es capaz de pactar lo que se consideraba imposible. Las reformas iniciales fueron una sorpresa. Lo fueron aquí y afuera del País.

En poco tiempo, cambiaron las reglas básicas de la educación, las telecomunicaciones, la energía. El Gobierno pudo conformar una coalición extravagante que no solamente le daba los votos necesarios en el Congreso sino que también le daba un respaldo a las reformas que, en principio, permitiría confrontar a los poderes que resultaban afectados.

Después de lustros de bloqueo, el Gobierno de Peña Nieto lograba reformas ambiciosas y profundas. Hay que reconocerlo: no fueron cambios superficiales.

Tampoco se confinaron a una zona específica del interés nacional. Si las reformas recibieron grandes elogios de la prensa internacional era porque se veía en ellas un cambio en la dirección correcta y el fin de la parálisis democrática. Una lección para el mundo.

Pocos países lograban lo que México conseguía en unos meses. Hoy, desde luego, el pacto y sus frutos han quedado en el peor desprestigio pero no podemos negar, a mi juicio, el valor de la negociación. Ahí estuvo el mérito inicial del Gobierno de Peña Nieto: supo trabajar con el Congreso. Fue capaz de dialogar exitosamente con las oposiciones. Lo que no lograron sus antecesores frente a una legislatura adversa, lo consiguió él.

Lo mismo nos dice el Gobierno de Peña Nieto en su última hora. Hemos logrado el acuerdo imposible con Trump. Fuimos capaces de resistir todas las tentaciones, fuimos perseverantes y logramos mantener con vida el acuerdo que nos da certidumbre. Colocamos el...

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