Jesús Silva-Herzog Márquez / El foso

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

La obra pública es un foso de muerte. No es metáfora. El piso pavimentado es una trampa.

Bajo la oblea de concreto recién aplanado, se abre un abismo que puede cazarnos en cualquier momento.

No pasaron tres siglos ni los 40 años que se ofrecieron como garantía al atajo. Llovió, y de pronto, la calle se tragó a dos hombres. Los servicios de rescate tardaron 9 horas para sacar el coche de la gruta. No murieron por la caída del vehículo, sino asfixiados, enterrados vivos. Una segunda negligencia los mató. Tras caer al precipicio, el abandono.

Un mal rato, dijo el ministro, sacando la chequera. Así creerá él que se resuelve todo. Así creerá él que se mide todo, así creerá él que se compra todo.

Desde el punto de vista

de quien murió

o ha sufrido

las consecuencias,

durante esos minutos

el universo se cayó,

se derrumbaron los planetas.

Fue una catástrofe cósmica:

galaxias desplomándose,

hoyos negros

devorando el espacio entero.

He regresado a las líneas que escribió José Emilio Pacheco en 1985, tras el terremoto de septiembre: "Absurda es la materia que se desploma".

La sorpresa de la caída súbita, la calle convertida de pronto en lápida. Pero la tragedia que puso fin a la vida de Juan Mena López y de Juan Mena Romero no es recordatorio del absurdo de la materia, sino de los crímenes del poder.

Esta tragedia tiene marca humana, sólo humana. El caos que nos estrangula es la corrupción. La corrupción asesina. Asfixia niños, envenena ciudades, engaña enfermos, sepulta paseantes.

La tragedia reciente no fue una traición del subsuelo, una súbita rebelión de lo fijo. Estas dos muertes son acusación a un Gobierno incapaz de garantizar una obra segura y confiable.

Estas dos muertes son denuncia de una empresa criminalmente negligente. Colusión letal de Gobierno y empresa.

Vale recordar que la obra no era un puente a Hawái. No se abrió un túnel entre océanos. La obra que el propio Presidente presumió como ejemplo de su benéfica Presidencia era la ampliación de un camino. Un acelerador. Eran menos de 15 kilómetros que se entregaron tarde y con un sobreprecio que duplicó el presupuesto original.

Ésa fue la obra que pavoneaba el Gobierno repitiendo aquello de que lo bueno cuenta y cuenta mucho.

Fue una obra que provocó, durante el largo proceso de construcción, más de 250 accidentes y ¡más de 20 muertos!

Antes de que la obra fuera inaugurada por el Presidente de la República se habían prendido las señales de alarma. Funcionarios de Protección Civil y vecinos...

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