Jesús Silva-Herzog Márquez / Voz privada y responsabilidad

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Circula desde hace un par de años una novela que imagina el retorno de Hitler a Berlín. "Ha vuelto", se titula y en español la publica Seix Barral. La portada alemana que han repetido las ediciones en otras lenguas es perfecta: sobre un fondo blanco, el copete del dictador y las letras del título formando el bigote inconfundible.

No he leído la novela, pero la idea del genocida despertando en nuestro tiempo me sugiere una escena que podría ser esclarecedora. Saliendo de ver una película de Woody Allen, Adolfo Hitler toma su iPhone y le llama a un amigo. Hitler, con voz suave y melosa, sin un solo improperio celebra con su amigo el genio del cineasta judío.

La película es fantástica, le dice. El director muestra el maravilloso sentido del humor de ese pueblo talentoso; cuánto me he reído en el cine y cuánto me ha puesto a pensar. ¿Sabes qué decía uno de sus personajes? Decía que no creía en la otra vida, pero que, por si las dudas, se iba a llevar una muda de calzones. Eso debí de haber empacado en mi búnker, aquella mañana del 45, dice entre risas.

Hitler celebra en esa breve conversación la inteligencia, la chispa, la gracia del cine de Woody Allen. La verdad, concluye, es que el cine ario no ha producido nada que se le asemeje.

Imaginemos que la conversación es interceptada por alguien y divulgada en el momento en que Hitler retoma su proyecto de dominación al refundar el Partido Nacionalsocialista. "El traidor de Hitler celebra la propaganda israelita", diría a la mañana siguiente el titular de un periódico fascista. Escándalo por el sometimiento de Hitler a la infección judía.

Las redes sociales de los neonazis bombardearían su odio atacando la delicadeza de la voz del Führer. Así habla realmente el caudillo, dirían indignados. No grita, no insulta, nunca eleva el volumen de la voz. Sus discursos son una farsa, sus gritos son una mentira, su gesticulación bélica es histrionismo puro, dirán los decepcionados. El verdadero Hitler es un cobarde liberal, dirán.

Citando un texto académico, alguien argumentará que la conversación de Hitler ha mostrado al verdadero personaje. Que en la confianza de la conversación telefónica se ha despojado de su disfraz épico y se ha revelado como un miserable tolerante.

El llamado a la guerra, la persecución de los judíos, los campos de concentración y las cámaras de gases eran pura hipocresía. Campañas de imagen. El verdadero Hitler, el auténtico, era un buenote que admiraba a la plaga.

¿Sería relevante que...

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