Jesús Silva-Herzog Márquez / El antagonista

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

No es común despedir a un hombre como se ha despedido a Julio Scherer García. La vastedad del luto, la sinceridad de la tristeza es más extraña si advertimos que el deceso fue el de un combatiente, un peleador que dejó a su paso una estela de ofendidos. Julio Scherer, el periodista apasionado, fue uno de los personajes esenciales de las últimas décadas de México. Si hay alguien que puede representar el contrapoder en el último medio siglo es él. Ningún político de oposición, ningún intelectual, ningún dirigente social logró lo que el periodista desde la tenacidad de su independencia. El reinventor de un periódico tradicional fue más que reinventor del periodismo. Sus compañeros de trabajo, sus colaboradores, sus amigos y discípulos han hablado de su empeño por construir un periodismo moderno, riguroso y digno para México. Subrayo la última palabra: digno. Las desgracias que se han instalado en nuestra vida pública como si fueran rasgos de nuestra naturaleza profunda serían superficiales o efímeras si enfrentaran de inmediato la enemistad de una prensa decorosa. El periodismo acrítico es el principal cómplice de la corrupción que sigue siendo régimen. Ahí está la importancia del periodismo de Scherer. Si ha existido algún contrapeso al poder en estas últimas décadas ha sido el de sus páginas.

Su mayor orgullo fue, seguramente, la colección de enfrentamientos con el poder presidencial. Si la historia política de México puede contarse como una biografía del poder como ha mostrado Krauze, también podría encontrársele sentido como una biografía de su sombra: el periodista vigilante al que nunca deslumbró el palacio. Scherer, el antagonista. La historia de lo inmediato también cobra sentido en su tenaz desconfianza, en su firme escepticismo. Tras entrevistar a Díaz Ordaz, meses después del 2 de octubre del 68, el Presidente se despide con una pregunta. "Sólo una pregunta", le dice. "¿Continuará en su actitud que tanto lesiona a México? ¿Continuará en su línea de traición a las instituciones, al país?". El México que considera el patriotismo como lealtad al Presidente (o al caudillo del momento) tachará siempre de traidor al crítico. El preguntón es ya un sospechoso porque se atreve a dudar de la palabra oficial. El servilismo ha tatuado el vínculo entre el poder y los medios. El palacio embruja a quien habita y a quien lo frecuenta. A pesar de los muchos cambios en las décadas recientes, ésa no esa una marca del pasado. Los...

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