Jesús Silva-Herzog Márquez/ La etiqueta y la idea

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

Unos alumnos de secundaria llegan al museo. Es obvio que no llegan ahí por curiosidad propia. Están haciendo la tarea. Su maestra les habrá pedido ir a la exposición y hacer un reporte de lo que ven ahí. No hacen demasiado ruido. En el momento en que alguien levanta la voz, se oye un "shh" que regresa la voz al murmullo. Lo que desconcierta no son los sonidos de la tropa estudiantil sino ese rito que mucho dice de nuestra escuela y nuestra cultura. Recorren cada uno de los salones y se plantan frente a los cuadros sin tomarse la molestia de verlos. Pueden estar frente a los terribles grabados de la guerra de Goya o delante de un dibujo erótico de Picasso y su reacción es idéntica. Están haciendo la tarea.

Su mirada no se dirige al lienzo o a la escultura, sino a la pequeña tarjeta que está al lado del cuadro. Uno dicta y el otro apunta el título de la pintura, las dimensiones de la obra, la técnica empleada y el año en que se hizo. Eso es lo que colecciona la libreta de los estudiantes en su paseo por el museo: la ficha técnica de cada obra.

Antes habían recogido el texto introductorio que aparece en la entrada de la exposición y la cronología que se exhibe en seguida. De este modo, los estudiantes habrán cumplido con la tarea sin haber sido tocados por la experiencia. Le entregarán a su maestra el reporte de las tarjetas y el boleto de entrada al museo. Las etiquetas son lo que cuenta.

El filósofo catalán Xavier Rubert de Ventós ha hablado de este fenómeno de etiquetación de la experiencia que termina por devorarla. Los acontecimientos se transforman en noticias, las prácticas se hacen institución, los gestos son interpretados como lenguajes no verbales, las formas actúan como imágenes. La envoltura de las cosas, sus membretes y sus moños son las prisiones de la modernidad.

"Pedía un libro y me ofrecían una Obra, necesitaba un método y me enseñaban una Metodología, quería un país y me encontraba en un Estado, me bastaba un pene, pero ellos me aseguraban que yo tenía nada menos que un Falo 'el elemento constitutivo (decían) del orden simbólico y cultural'". (Crítica de la modernidad, Anagrama, 1998).

La etiqueta deja de describir el producto, lo reemplaza; la marca no es ya abreviatura sino devoradora de la realidad. El sentido y el valor de las cosas queda determinado, de antemano, por su etiqueta. La camisa no importa, lo que vale es la marca que se ostenta como medalla.

Ese rótulo se vuelve la verdadera referencia de vida. No podemos dar...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR