Jesús Silva-Herzog Márquez/ De dioses y preguntas

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

"El preguntarse es lo peculiar del hombre, el signo de que ha llegado a un momento en que va a separarse de lo que le rodea, algo así como la ruptura de un amor, como el nacimiento". Lo escribe María Zambrano en El hombre y lo divino. El afán de vida es el origen de esa interrogación: preguntar para que el hombre se independice, para vivir por su cuenta, para liberarse de lo que lo traba. Preguntar es parir: "el proceso en que un ser que se ha nutrido y respirado dentro de otro, intrincado con él, se desprende en busca de su propio espacio vital". La pregunta es el despertar del hombre, concluye María Zambrano. El nacimiento de un dios, el acontecimiento más tranquilizador de una cultura, significa la clausura de muchas preguntas, la posibilidad de muchas otras. La aparición de lo divino termina una larga oscuridad: es un pacto que liquida la soledad, un sosiego que permite inquirir sobre la naturaleza de lo importante. No se pregunta a los dioses qué son los planetas y cuántas vueltas dan alrededor de sí mismos; a los dioses se les pregunta qué somos. Cuál es el sentido de la vida, cuál es el propósito de la existencia. Nada menos. "La pregunta dirigida a la divinidad -revelada o develada poéticamente- ha sido la angustiada pregunta sobre la propia vida humana".

El cristianismo pretende ofrecer respuestas a esta angustia de la existencia. No es una teoría política sino una doctrina para la salvación. Lo político era visto como un asunto irrelevante para los problemas fundamentales de la existencia humana. Mi reino no es de este mundo, le advierte su fundador a todos los que quieran tener el suyo aquí, en su nombre. Con desprecio deben mirarse las aureolas y los tronos de la soberanía. El poder político fue culpable del tormento de Cristo y cruel perseguidor de los primeros cristianos. Por eso el cristianismo es originalmente apolítico, si no es que francamente antipolítico. Justamente por eso ha ofrecido importantes ideas políticas a Occidente. Puede decirse que su aporte fundamental es la conciencia de los límites de la política.

El universo de los antiguos hacía de la política la dotadora por excelencia del sentido. Fuera de la política, la bestialidad, la salvaje inhumanidad. Somos hombres porque somos criaturas políticas. Vivimos como seres humanos porque vivimos en una comunidad, en esta ciudad hecha de nuestras costumbres, nuestros comercios, nuestros gobiernos. No hay otro código para evaluar nuestra existencia que el que brota de...

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