Jesús Silva-Herzog Márquez / La trampa del consenso

AutorJesús Silva-Herzog Márquez

El problema de la democracia mexicana no ha sido la falta de consenso sino la ausencia de una coalición gobernante. La improductividad del pluralismo no se debe a la falta de un Gran Acuerdo Nacional que supere las parcialidades sino al carácter minoritario de los gobiernos desde 1997 y su incapacidad para montar un consorcio con fuerza para impulsar reformas sustantivas. El anhelo de consenso no es democrático. La intención de que todas las fuerzas políticas se abracen no corresponde a la tensa dinámica de las democracias sino a los regímenes contrarios que sueñan con la eliminación de la divergencia. La fantasía del consenso es elementalmente autoritaria: bajo el toldo del Proyecto Nacional, las fuerzas legítimas, racionales, patrióticas; a la intemperie, los marginales de la sinrazón y el extremismo: los enemigos del progreso.

El convenio que recientemente firmaron los tres principales partidos políticos con el nuevo gobierno representa, sin duda, un cambio de tono. Tras los resentimientos y la polarización, tras la política del repudio, podemos leer un documento que expresa el reconocimiento de la diversidad y que recoge distintas miradas sobre las reformas necesarias para México. Nadie puede ver ahí la imposición de unos, el avasallamiento de otros. Se trata, en efecto, de una compleja pieza de negociación que recoge ideas de las tres fuerzas políticas. El pacto es una nueva declaración de independencia de la clase política. Una reivindicación de lo público frente a la fuerza privatizadora de los poderes fácticos. Por primera vez, un documento firmado por el presidente de la República reconoce el imperio de quienes carecen de representatividad y la debilidad de quienes han recibido el voto. Si los partidos y el gobierno coinciden en algo es en la necesidad de reconstruir la plataforma de lo público frente a las corporaciones privadas.

Pero esa declaración de voluntad parece un certificado de legitimación más que el trazo de una ruta: las oposiciones reconocen al gobierno y el gobierno reconoce a las oposiciones. Un título más que un instrumento; un símbolo antes que una herramienta de gobierno. No se trata de un pacto que selle una coalición de gobierno al definir prioridades con claridad y compartir responsabilidades políticas con carteras en la administración. El Pacto por México se parece más a los muchos documentos que se han firmado en los últimos años para declarar las hermosas intenciones de los políticos que colocan...

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