Jesús Blancornelas: Un cronista del Cártel

AutorHeriberto Yépez

Se salió con la suya: Jesús Blancornelas se murió por su cuenta. No lo pudieron quebrar los hermanos. Se quebró solo.

El cáncer es un suicidio subrepticio. Blancornelas había prometido que el día que se muriese no sería merced la puntería de los gatilleros de los Arellano Félix. Vivía rodeado -de la misma manera que los capos- de guaruras. Su casa era una casa de seguridad. Pasar cerca, de verdad, daba miedo. Blancornelas, por su parte, se ufanaba. Se decía intocable. Sus alardes, por cierto, levantaban toda clases de suspicacias y sospechas. ¿No sería que...?

Su muerte fue relativamente inesperada. Su cáncer terminal no era parte del chisme o, como él hubiera dicho, chismerío. (Blancornelas se inclinaba por darles un retorcijón a las palabras, paragustia que compartía con Héctor "El Gato" Félix Miranda, su coeditor asesinado). Una y otra vez aseveraba que su seguro de vida era escribir contra el narco, contra la corrupción política y contra la policía, sinonimía pura.

Blancornelas gustaba de verse como el enemigo público número uno del Cártel de Tijuana. No dejaba de tener cierta razón, aunque probablemente el mayor enemigo de los Arellano no era el periodista que les seguía todas las pistas -a falta de una autoridad judicial que en verdad los pesquisara- sino los otros cárteles. Además, son muchas más cosas las que Blancornelas compartía con los Arellano. Los opuestos se atraen. Los opuestos son idénticos.

Blancornelas estaba fascinado con la violencia. Su vida consistía en pensar, como la del cerebro del Cártel, en mordidas, narcotúneles y cruce de pacas, comandos y decomisos. Blancornelas describía con todo detalle el atuendo, costumbres, perfiles psicológicos, todo acerca de los narcos. Sin duda alguna, pensar en lo narco era lo suyo. Es duro decirlo, pero es ineludible: solamente alguien que estuviera por entero seducido por el narcotráfico pudo dedicar su vida a investigar ese mundo. Léase su prosa. Blancornelas dedicó su vida al Cártel. Se hizo adicto a saber más y más del narcomundo.

En su mejor libro, El Cártel (2002), se pueden encontrar algunas de las más apasionadas descripciones de atentados, operativos, traiciones que se han hecho en los últimos años. Blancornelas disfrutaba preparar para su semanario Zeta su célebre sección "Doble Plana", que ya era rutina de todos los morbosos, porque todos sabíamos que las denuncias de Blancornelas no progresarían, pero todos, infaltablemente, esperábamos que esa semana "Doble Plana"...

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