Jeffrey D. Sachs / El capitalismo amiguista estadounidense se va a la guerra

AutorJeffrey D. Sachs

Cuando la crisis financiera golpeó a Asia en 1997, los líderes estadounidenses acusaron a los Gobiernos de ese continente de practicar un capitalismo amiguista. En retrospectiva, esa acusación se ve como una total hipocresía. Los Estados Unidos han demostrado ser los campeones del amiguismo, primero con sus escándalos corporativos de los años recientes, y ahora en Iraq. Los capitalistas asiáticos se habrán robado algún botín prestado, pero al menos no mezclaron las finanzas con la guerra.

Cualesquiera que hayan sido los objetivos de la guerra en Iraq, la administración Bush parece estar muy interesada en llenar los bolsillos de sus amigos y en lograr un mayor control sobre el petróleo y los gasoductos del Medio Oriente. Sólo hay algunos obstáculos molestos (la ONU y el pueblo iraquí) en su camino.

La guerra contra Iraq se emprendió aparentemente por causa de las armas de destrucción masiva de Saddam. Sin embargo, cada día que pasa sugiere que se exageró la amenaza. También hubo otro objetivo de peso: el control del 11 por ciento (o más) de las reservas munidales de hidrocarburos y, a largo plazo, el control de los oleoductos entre el Mediterráneo, el Mar Caspio y el Océano Indico.

El fracaso en encontrar las armas de destrucción masiva de Saddam pone de relieve el intento de los EU por apoderarse del petróleo iraquí. El equipo Cheney-Rumsfeld es tan arrogante que actúa como si pudiera alardear de la apropiación del petróleo del Medio Oriente y evadir las preguntas. El año pasado en Afganistán, los EU instalaron a Hamid Karzai, ex-consultor del gigante petrolero Unocal, como líder interino. También nombraron a Kalmay Khalilzad, otro ex consultor de Unocal (de hecho, el jefe de Karzai) como enviado especial.

Khalizad y Karzai dedicaron esfuerzos considerables a finales de los años noventa para obtener un gasoducto construido por Estados Unidos que transportara gas desde Turkmenistán, a través de Afganistán, hasta Pakistán y el Océano Indico. Todavía antes de que las bombas terminaran de caer en Bagdad, la misión de Khalizad como enviado especial se amplió a Iraq. Entre sus tareas probables en ese país estará asegurar un oleoducto que lleve petróleo de Mosul, Iraq a Haifa, Israel, a través de Siria. Para impedir que Siria ponga objeciones, los Estados Unidos ahora la están amenazando.

Khalizad tendrá un fuerte apoyo de la administración Bush, que está repleta de ejecutivos de la industria petrolera. La consejera de seguridad nacional...

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