Jean-Pierre Changeux, El hombre de verdad.

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Jean-Pierre Changeux, El hombre de verdad, trad. Virginia Aguirre, Fondo de Cultura Económica, México, 2005, 311 pp.

Gran acierto del Fondo de Cultura Económica publicar en castellano este libro, excelentemente traducido. En él se presentan los resultados más importantes y recientes de las neurociencias formando un cuadro informativo completo y actualizado del funcionamiento del cerebro cuando conoce, cuando recuerda y cuando actúa; es decir, cuando el hombre se relaciona con el mundo. No es, por tanto, sólo un libro sobre las neurociencias. De éstas se sirve para descartar la existencia en el hombre de un principio sobrenatural (el alma, el espíritu) y adoptar como punto de partida únicamente a la materia y sus relaciones; así explica las funciones propias del ser humano. Es un libro que induce a la reflexión sobre temas fundamentales de la filosofía tomando como punto de partida los resultados más recientes de las neurociencias.

A lo largo de ocho capítulos desarrolla orgánicamente los temas principales que componen el libro: la materia pensante; juegos cognitivos y selección de conocimientos; estados de conciencia; conocimiento y vida social; de los genes al cerebro; epigénesis neuronal y evolución cultural; la investigación científica en busca de la verdad, la ciencia y el humanismo.

El estilo en el que está escrito y traducido permite una lectura fácil, ágil y agradable, a pesar de que los temas y los términos son extraños para el lector no iniciado en la biotecnología, la bioquímica, la física o las neurociencias. El libro está lejos de presentar un corpus teórico acerca del funcionamiento del cerebro humano y un conocimiento objetivo de la realidad. Así lo reconoce el autor, y se limita expresamente a suscitar un debate sobre la posibilidad de "objetivar" las funciones cerebrales; pretende reformular la fisiología del pensamiento y la verdad recuperando una tradición que une en una reflexión a la fisiología y a la filosofía, tradición a la que pertenecen Demócrito, Empédocles, Spinoza, H. Bergson y, sobre todo, Descartes (p. 12). En esta tradición se arraiga la propuesta de Changeux recuperando los resultados más recientes de la investigación científica y confrontándolos con el problema que más inquieta a la filosofía: ¿qué es conocer?

Lo primero que recupera para la filosofía es el concepto de materia, abandonando aquella entidad simple, esa "antiforma" que es familiar en el aristotelismo. Propone una concepción cuántica de la materia que existe como capacidad inherente de organización. En este contexto, el cerebro es para él un objeto (materia) físico organizado y trata de demostrar que lo esencial en la organización del cerebro es la arquitectura de la red celular y molecular, y las actividades que la rodean. La arquitectura neuronal del cerebro es resultado de la evolución y se pone en funcionamiento durante la embriogénesis y el desarrollo posnatal. Dicha arquitectura no es estática, sino que está en permanente cambio por su interacción con el entorno, por lo que se forma constantemente primero en la embriogénesis, y posteriormente en el desarrollo posnatal del ser humano. Éstos son los rasgos propios del cerebro con los sistemas y propiedades celulares y moleculares que nos permiten adquirir y memorizar los conocimientos y poner a prueba la verdad (p. 19) planteada como adecuación de lo pensado con lo sentido.

Se establece que en el cerebro humano la red neuronal, base física del conocimiento, cuenta con aproximadamente cien mil millones de neuronas y de mil billones de conexiones entre ellas. El autor insiste en que la actividad fisiológica, diversa y variable, constituye el componente esencial del cerebro; consiste en la propiedad de producir a la vez señales eléctricas y químicas, de ser sensibles a ellas y reaccionar, todo lo cual precisa exhaustivamente de acuerdo con los más recientes avances científicos. Así, para él, el cerebro funciona a la vez como una máquina eléctrica y como una máquina química (p. 26).

Señala el autor que el cerebro se comporta naturalmente como un sistema autónomo que proyecta la información hacia el mundo exterior, en lugar de recibir pasivamente su huella. Además, continuamente intercambia energía e información con el mundo exterior; es éste el factor por el que se autoactiva y autoorganiza. En efecto, afirma que "la actividad espontánea de conjuntos especializados de neuronas impulsa al organismo a explorar y poner a prueba...

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