Javier Livas / Normalidad y crisis

AutorJavier Livas

No creo que haya habido un Presidente de México que no haya sido bien intencionado. Sin importar el partido, sin importar su escuela, sin importar su capacidad, la suma importancia del puesto debe calar fuerte y podemos suponer que quienes llegan a Los Pinos quisieran dejar un legado memorable.

Tan es así que todos los Presidentes presumen sus reformas constitucionales, bajo la premisa de que son cambios importantes. Este sexenio no ha sido la excepción. Hace menos de tres meses, Peña Nieto flotaba en una nube de adulaciones por haber logrado reformas largamente ansiadas.

El día de hoy todo lo que era celebración se tornó preocupación. De ser elogiado y hasta premiado internacionalmente, hoy está sufriendo un escrutinio que arroja serias dudas acerca de su capacidad para ejercer tan importante y honroso cargo.

Las críticas y las dudas están avanzando como un tsunami. Los empresarios molestos por la falta de crecimiento y el aumento de impuestos. La gente de la calle cuestiona la proliferación del vandalismo. La comunidad internacional empieza a dudar de la oportunidad para invertir.

No menos importante ha sido la caída del precio del petróleo. Con precios para la mezcla mexicana por debajo del costo de exploración y explotación ha cambiado radicalmente la perspectiva hacia lo negativo.

Los efectos de este ambiente de pesimismo se han dejado sentir en algo que a todos nos importa y que sirve como termómetro de bienestar: el valor del peso frente al dolar.

La devaluación de las últimas semanas envía escalofríos para todos los que nos acordamos de las épocas de Echeverría y López Portillo y lo que vino después: crisis, inflación y crecimiento negativo.

Así como no hay Presidente mal intencionado, tampoco existen muchos ciudadanos que deseen una catástrofe económica o de gobernanza.

Sin embargo, sentir pasos es algo que tiene a muchas personas alertas. La gente no quiere que le pase lo que ve que le sucede al Gobierno: un descontrol agudo.

Mi diagnóstico: el actual Gobierno no ha querido reconocer que todas las organizaciones, incluidas las personas individualmente, operan en una forma para la normalidad y de forma...

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