Javier Livas / Gobierno ahorcado

AutorJavier Livas

A gritos y sombrerazos con el Congreso local y a base de alta diplomacia con el Gobierno federal, la Administración de "El Bronco" está tratando de ver la luz a final del túnel en todo lo que a las finanzas inmediatas se refiere.

Para cerrar el año, han tenido que tapar un boquete o déficit de 8 mil millones en el presupuesto del 2015 que los ha obligado a hacer grandes malabares para salir adelante.

Sin embargo, el problema de los tratos y compromisos adquiridos con la armadora coreana Kia se cuece aparte.

Si bien es cierto que hay pláticas de Fernando Turner, Secretario de Desarrollo Económico estatal, para tratar de encontrar una solución, aún no se puede cantar victoria y la razón es muy sencilla: en este tema el Gobierno de Medina ha dejado ahorcado al Gobierno de "El Bronco".

Simplemente no hay gane posible. Prácticamente, haga lo que haga "El Bronco", por decir Nuevo León, sale perdiendo. Si cumple pierde y si no, pierde más.

El sobregiro en concesiones contractuales para la empresa coreana plantea problemas jurídicos de primera magnitud, con el agravante de que al menos, en este caso, el Gobierno de Nuevo León y el Estado de Nuevo León son juez y parte. Esto hace las cosas aún más difíciles.

Toda la premisa de la que partió Medina -suponiendo su buena fe, cosa que está por demostrarse- es que la presencia de la armadora "detonaría" no sólo la zona de Pesquería, sino que sería una catalizador para un gran despegue económico del Estado.

Esta teoría del dominó positivo tiene mucho de válido, pero a como se realizó, quizá se pueda convertir en un verdadero desastre de imagen y credibilidad.

Lo menos que se puede decir es que Medina quizá hizo lo correcto, pero muy mal hecho.

Ahora los directivos de Kia pueden argumentar perfectamente que ellos contrataron con todo un Estado, como es Nuevo León, y que si sus representantes no supieron lo que hicieron, Kia no tiene por qué pagar por esos errores.

Hay un principio jurídico en el sentido de que nadie se puede valer de su propio dolo. Es decir, no se vale que yo celebre un contrato haciendo declaraciones falsas o promesas imposibles de cumplir y luego alegue que no cumplo precisamente porque el contrato está teñido por dolo o mala fe.

No se puede ni pensar en dar para atrás al...

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