Javier Livas / Faltan debates

AutorJavier Livas

Enrique Krauze está proponiendo que la sociedad mexicana adopte los beneficios de los debates públicos. Son muchos los temas importantes que deben cubrirse, porque los mexicanos estamos muy atrasados en esta práctica democrática.

A Krauze hay que darle la razón no solamente porque habla con la autoridad que le da un conocimiento profundo de la situación actual del País y sus incipientes instituciones democráticas, sino porque en nuestra propia experiencia también queda claro que los mexicanos no están muy preparados para defender sus puntos de vista.

El debate es un arte. Habría que distinguir entre debate y discusión. Ambos tienen reglas y ambos producen un ganador y un perdedor, pero no son la misma cosa.

El debate es más una competencia formal en el que dos personas se enfrentan usando su poder de persuasión y la fortaleza de su discurso para tratar de ganar frente a un público que decide quién lo ha ganado.

En una discusión, sin embargo, los participantes tratan de convencerse el uno al otro. Gana el que convence a la otra persona.

Ordinariamente, hay muchas clases de discusiones, pero las que valen la pena son aquellas que siguen la reglas de la lógica. En éstas, gana el argumento quien obtiene una conclusión siguiendo lo que en la antigüedad se llamaban "las reglas del pensamiento".

Mientras que una discusión puede o no tener público y, por lo mismo, son muy frecuentes y no requieren preparación, los debates se llevan a cabo frente a un grupo de personas que de alguna manera van a decidir quién ganó y, en ocasiones, hasta van a opinar por qué piensan que fulano le ganó a mengano.

Uno de los debates más famosos de la historia es el que se llevó a cabo entre dos candidatos a la Presidencia de Estados Unidos, John F. Kennedy y Richard M. Nixon. Muchos expertos opinan que ese debate fue uno de los eventos cruciales para presentar al joven aspirante de la familia Kennedy, y un católico, como un candidato creíble y viable.

En cambio, Richard Nixon apareció con un barba cerrada, ojeroso por falta de sueño, y eso le hizo perder el debate.

Es importante hacer notar que un debate no es un duelo de lógica y, por lo tanto, no necesariamente lo gana el que razona mejor, sino el que logra convencer al público de que hizo una mejor exposición o simplemente dejó sin respuesta al contrincante o contrincantes que tenía enfrente.

Especialmente bueno para el debate es Diego Fernández de Cevallos, quien como candidato panista a la Presidencia escenificó...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR