Javier Hurtado / Poder, placer y dolor

AutorJavier Hurtado

El pasado fin de semana, la Asociación Psiquiátrica Mexicana celebró en Guadalajara, Jalisco, su Congreso Regional Occidente, en el que analizaron los temas de actualidad de esa disciplina. Tuve el honor de participar como ponente en una mesa que se organizó para abordar el tema de la adicción al poder, en donde presenté un trabajo que denominé la "Patología del Poder en el Político Mexicano", mismo del que les presentaré algunas de sus ideas principales.

Antes de proceder a abordar el tema debo confesar que me sorprendió gratamente el que entre los siquiatras se considere la adicción al poder como una enfermedad mental. Más aún, el doctor Ricardo Híjar, quien hizo la presentación inicial, dijo el nombre de la sustancia que genera el cerebro y que hace que el ejercer poder resulte una experiencia placentera y adictiva: péptidos opioides endógenos, cuyo nivel de presencia en la sangre se puede determinar mediante un examen clínico.

Para iniciar con el tema debemos establecer que el poder no es una cosa ni una institución. El poder es una relación social que deriva de una lógica o racionalidad determinada. Tres son los principales códigos de poder en el mundo de nuestros días: 1. el que deriva del capital; 2. el de la razón de Estado, y 3. el de los poderes fácticos nacionales. De tal manera que lo que existe son personeros del poder, no personas que sean fuente de ese poder. Ahora bien, ¿qué debemos entender por poder? La capacidad de que una persona imponga cierta lógica de conducta contando con el consenso activo del que habrá de realizarla. Precisamente en esto se distingue el poder de la autoridad: en que esta última puede recurrir al uso de la fuerza para el logro de esos mismos fines.

Con el surgimiento del Estado y de la política moderna el poder político tendrá que ver con el grado de influencia que se logre tener en la dirección o decisiones del Estado. Quienes más influyen serán los que más poder tienen. Ahora bien, el poder político es especialmente importante porque sus decisiones son vinculantes y porque de la misma forma que puede proteger de la tiranía puede ejercerse de manera tiránica o autoritaria, incurriendo en un abuso de la autoridad.

Establecido lo anterior, pasemos a precisar que hay quienes disfrutan del poder y otros que sufren del poder. Es decir, habría un ejercicio sádico del poder, pero también otro masoquista. Ambos, en tanto perversiones, generan adicción y placer. Por lo regular toda la gente piensa que los...

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