Javier Hurtado / Don Efraín, el PAN y México

AutorJavier Hurtado

El jueves pasado tuve oportunidad de participar, en El Colegio de Jalisco, en la presentación del libro "1970, Efraín González Morfín en Campaña", de la doctora Laura Alarcón Menchaca. El libro tiene un valor indiscutible, tanto por las contradicciones que muestra al interior del Partido Acción Nacional entre 1939 y 1978 (cuando renuncia a su partido don Efraín), como por la explicación inédita que contiene respecto a otras causas y orígenes de la reforma política de 1977 en nuestro País.

Una de las principales tensiones que ha caracterizado al PAN desde su fundación es la existente entre política y religión, entre partido e Iglesia católica.

Don Efraín siempre se opuso a que al PAN se le identificara como un partido religioso o confesional y que se afiliara a la Democracia Cristiana. El período existente entre 1949 y 1962 se caracterizó, al interior del PAN, por la pugna entre los partidarios de pertenecer a la corriente de la Democracia Cristiana internacional y quienes se oponían a ello. Sin embargo, habiéndose resuelto tal contradicción a favor de estos últimos, bajo la presidencia de Adolfo Christlieb Ibarrola (1962-1969), la paradoja es que el candidato presidencial de 1964 hubiera sido José González Torres, uno de los más conspicuos representantes de la corriente católica dentro del partido.

Con el correr del tiempo, los primeros lograron imponerse: el primer Presidente de la República emanado del PAN es en la actualidad copresidente de la Internacional Demócrata de Centro (organización que hasta 1999 se denominara Internacional Demócrata Cristiana). Y el anterior dirigente nacional del PAN es, desde noviembre del 2006, presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América.

La siguiente contradicción tiene que ver con la disputa que, al interior del PAN, se da desde su fundación hasta 1976, entre abstencionistas y participacionistas. Los primeros veían la necesidad de participar en las elecciones para ir posicionando al partido y como un mecanismo que a golpe de votos fuera forzando aperturas democráticas y la libertad electoral en México. Los segundos -de los cuales uno de sus más destacados representantes era justamente don Efraín- consideraban que participar en las elecciones cuando no existían condiciones para el respeto al voto ni para la equidad en la contienda electoral, implicaba legitimar a un Gobierno autoritario y a su sistema de partido hegemónico; y que, por lo tanto, el mejor mecanismo para desenmascarar al...

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