Javier González Garza / Preservar la Unión

AutorJavier González Garza

La crisis económica en la Unión Europea está provocando procesos de desintegración que pueden hacer fracasar al más ambicioso proyecto para edificar un sistema de protección social y solidaridad en la historia.

El martes 11 de septiembre, se desarrolló en Barcelona la mayor marcha en la historia de esa ciudad. Un millón y medio según los medios de comunicación, pero los organizadores calcularon más de 2 millones. Cataluña tiene una población total de más de 7 millones y medio de personas, y en Barcelona viven alrededor de 1.6 millones individuos. Es como si en la Ciudad de México hubiera una concentración de 8 millones de personas.

La marcha fue convocada por la Asamblea Nacional de Catalunya, bajo la consigna "Cataluña, nuevo Estado de Europa". No todos los manifestantes fueron del mismo tipo de independentistas, se manifestaron desde separatistas radicales, hasta integristas españoles interesados en no aislarse políticamente. Marcharon organizaciones sindicales, grupos organizados contra el recorte presupuestal, organizaciones patronales y partidos políticos. De todo un poco.

Fue la manifestación de mayor participación que se recuerde en Barcelona. Aún más grande que las realizadas en los años setenta a favor de la transición democrática o las protestas contra las acciones armadas del grupo vasco ETA. En julio del 2010 se realizó otra gran protesta, ésta fue para inconformarse con la decisión del Tribunal Constitucional español que acotó el Estatuto Autonómico de Cataluña, con lo que se limitaron los márgenes de su autonomía y autodeterminación en el marco de la unidad del Estado Español.

Catalunya elige democráticamente sus autoridades, 135 congresistas (diputados y senadores) y los cabildos de 947 municipalidades; el país está dividido en cuatro provincias y 41 comarcas. Mantiene relaciones internacionales con otros países y posee una lengua propia. Desde siempre ha existido una fuerte identidad nacional que estimula un sentimiento independentista. Lo relevante es que en 2001 se identificaba con ese sentimiento el 36% de la población, pero hoy es algo más del 51%, según los últimos estudios de opinión.

Hay razones históricas, sociales, culturales y educativas que explicarían el nuevo de estado de ánimo ciudadano. Lo cierto es que el nuevo ímpetu separatista se explica principalmente por la economía. En la sociedad crece la convicción de estar en una ruta errónea, los recortes en educación, salud y demás derechos sociales conquistados...

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