Javier González Garza / Cohesión social

AutorJavier González Garza

El pasado jueves 23, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público anunció un nuevo recorte presupuestario ahora por 50 mil millones de pesos que, sumado al anterior, totaliza 85 mil millones de pesos menos de gasto del Gobierno. La otra información que Hacienda hizo pública resulta más preocupante aún. Hay ya un hueco de alrededor de 480 mil millones de pesos en los ingresos públicos y es posible que cerremos el año con una caída de hasta 600 mil millones.

En octubre del año pasado, nos informaban de un programa para enfrentar la crisis que preveía 53 mil millones de pesos. Todos estábamos de acuerdo en que se requería invertir recursos públicos para lidiar con los efectos de la crisis financiera. Sabíamos que la inversión privada se vería gravemente limitada y el Gobierno federal debería gastar más en vez de restringir el gasto, lo que es conocido como un programa económico contracíclico.

Sin embargo, algunos asegurábamos que esos 53 mil millones eran notoriamente insuficientes, sobre todo para detener la caída del empleo y el ingreso de las familias, que es lo verdaderamente importante. Propusimos destinar 500 mil millones al programa, que serían en realidad una inversión provechosa pues se dirigiría sobre todo a obra pública, infraestructura y educación. Nuestra preocupación fundamental era proteger el empleo pues se vislumbraba desde entonces una gran caída, y la contracción de la economía que provocaría, a su vez, una disminución drástica de los ingresos gubernamentales.

No tuvimos éxito. Los encargados de la política económica del País se decidieron por aquel insuficiente programa inicial que se anunció con bombo y platillo. Hoy, el recorte presupuestal sepultó aquel ya de por sí magro programa, tenemos un desempleo histórico e insultante y las finanzas públicas se han venido abajo. El programa fracasó.

Lo que nadie en su sano juicio puede entender es que se siga defendiendo un modelo que ha demostrado en México y en muchos otros países que es un desastre. Genera pobreza para las mayorías e inmensa riqueza para unos, lo que a la larga destruye la economía y el pacto social.

Los programas gubernamentales de "ajuste" y las llamadas "reformas estructurales" prometen que al profundizar el modelo llegará finalmente el bienestar. Pero ya no se puede exigir a la población que aguante, que espere, que haga nuevamente un sacrificio, que vendrán tiempos mejores. No se puede porque ya no se cree. No se cree porque no ha sido cierto. Y esto ha...

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