Francisco Javier González / Clásicas diferencias

AutorFrancisco Javier González

La atención puesta en ellos durante la semana obliga a hacer un balance de lo entregado.

En Monterrey, los Rayados mantuvieron las cosas en claro: los últimos años han sido para ellos, pese a los éxitos del adversario culminados con el título que siguen defendiendo.

El primer tiempo fue parecido a un concurso de vencidas: poco se movían de su lugar los brazos en tensión de los participantes. Lo cerrado del duelo y las contadas emociones tenían que ver con la potencia de cada uno de ellos.

Fácil es confundir cuando dos equipos renuncian a ofender por temor a dejar espacios, a cuando las virtudes hacen que las fuerzas se neutralicen. Sucedió esto último.

El segundo tiempo fue un recital rayado: si alguien presumía que el cansancio por el partido de tres días antes podía hacer mella, vio una manera contundente de desmentirlo.

Víctor Manuel Vucetich, con un plantel al que no le falta nada, aplicó la máxima que más puede agradecer un aficionado: salió a ganar sin la menor duda. Si ya tenia un gol arrancado del equilibrio del primer tiempo, buscó afanosamente el segundo hasta que lo obtuvo. La postura estuvo cerca de redituarle un marcador más amplio pero ya era suficiente con el par de firmas de Aldo de Nigris: el Clásico había sumado un gol en sus tres ediciones precedentes y con lo escrito hasta ese momento se superaba la cuota de los últimos tiempos.

En Guadalajara, el Clásico se definió por determinación.

Pese a lo inexplicable que resultó la anulación del gol de Chivas y lo explicable en cuanto a la del América, las decisiones arbitrales sucedieron temprano y los equipos tienen que olvidarse...

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