Javier Treviño Cantú / La promesa del águila

AutorJavier Treviño Cantú

El lunes pasado, el Presidente Felipe Calderón presentó la nueva identidad gráfica de la Presidencia de la República. Es un asunto relevante. Contar con una buena "marca país" se ha vuelto clave para tener una ventaja competitiva en la economía global.

Al igual que las empresas, los países compiten para ganarse la confianza de los consumidores e inversionistas, atraer turistas y contar con una imagen que genere respeto para negociar en las mejores condiciones con otros gobiernos y promover sus intereses en los medios, foros y organismos internacionales.

Desde el 2005, la Secretaría y el Consejo Promotor de Turismo dieron a conocer el logotipo que representaría visualmente nuestra "marca país". Es el nombre de "méxico", con la "m" minúscula y cada letra en un color distinto que vemos por todas partes. Es un esfuerzo importante, que seguramente ha contribuido a refrescar nuestra imagen y lograr que nos visiten un mayor número de turistas.

Sin embargo, una verdadera "marca país" va mucho más allá de un logotipo. La marca se compone de los distintos atributos que describen a un país en voz de nacionales y extranjeros. Es una cuestión de percepciones. Por ejemplo, el Índice Anholt-GMI (www.nationbrandindex.com) que se publicó el año pasado, midió las percepciones en torno a la cultura, la situación política, la competitividad comercial, la calidad del capital humano, el potencial para atraer inversión y el atractivo turístico de 25 países desarrollados y emergentes.

El primer lugar lo obtuvo Australia. México de nuevo se ubicó a media tabla, en el sitio 16, entre Brasil y Egipto. Las metodologías utilizadas en este tipo de estudios siempre generan controversias. Con todo, lo importante para nosotros es entender que, como se señala en la conclusión del Índice Anholt-GMI, la única forma de que un país tenga una buena reputación es ganándosela a pulso.

Las percepciones sobre un país pueden modificarse, pero no con acciones "cosméticas". Más allá de las campañas de comunicación y de los "slogans", si un país quiere mejorar su imagen tiene que hacer un esfuerzo sostenido, a largo plazo, para dar muestras contundentes de que puede cambiar.

Aquí es donde la propia identidad del Gobierno federal juega un papel determinante para proyectar una imagen de seriedad; de que tiene la capacidad para garantizar la seguridad de los que nos visitan e invierten aquí; de que podemos superar los retos que enfrentamos; y de que queremos reforzar nuestro estatus como...

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