Javier Alberto Reyes / Niñez: esperanza compartida

AutorJavier Alberto Reyes

Según estadísticas de Casa Alianza, institución ubicada en el Distrito Federal de tarea sumamente noble en pro de la niñez, de los poco menos de 2 mil niños y niñas que atiende al año el 60 por ciento fueron víctimas de abuso sexual, 50 por ciento tiene problemas de drogadicción, la mitad se ha prostituido, más de la mitad están infectados a su tierna edad con algún padecimiento de transmisión sexual, y el 5 por ciento son o están por ser madres.

Si esos números registra solamente una institución de una ciudad en México, ¿en qué apremiante situación se encontrará la niñez del resto del país?, ¿es México un país seguro para la infancia?, ¿tenemos una cultura de la protección integral de niños y niñas?

Cuando en mejores épocas éramos muchos los mexicanos que podíamos darnos el lujo de salir de compras navideñas, ya sea al centro de Monterrey, a la Ciudad de México o al sur de EU, daba felicidad ver a los miles de niños que con una sonrisa dibujada en su rostro cargaban uno o varios flamantes juguetes de moda, de la mano de sus adorables padres. Sin embargo, ése no es el panorama ni la realidad del país en la que vivimos, y menos ahora que se deteriora a pasos agigantados.

De los más de 53 millones de pobres que tiene México, la mitad, aproximadamente un 25 por ciento de la población total del país, sobrevive en condiciones de pobreza extrema. Esto, definitivamente, contrasta con los 12 multimillonarios mexicanos ubicados en la lista Forbes, y con el hecho de que, de acuerdo a diversos estudios en la materia, en los últimos 25 años no ha existido un incremento real del PIB per cápita.

Ahora bien, además de los números de mexicanos pobres (término que no debe confundirse con el de "pobres mexicanos"), están otras estadísticas que, por específicas, resultan más aterradoras: los recursos económicos de un 24 por ciento de los mexicanos no alcanzan siquiera para completar la canasta básica, mientras el 32 por ciento no es capaz de cubrir los estándares mínimos de alimentación, salud y educación.

No obstante, el Comité Técnico para la Medición de la Pobreza en México considera que eso no es todo, pues las familias pobres no solamente tienen más miembros que aquéllas que no lo son, sino que en las primeras es más latente la presencia de menores de 12 años. Cada vez menos niños van a la escuela, entonces, y al llegar a los 13 años son cada vez más los que debutan en la adolescencia trabajando para ganar el pan que sostenga a la familia, una familia...

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