Un Jarmusch quijotesco

AutorRicardo Pohlenz

No creo que haya desdén en las palabras de Jim Jarmusch cuando declara que igual hubiera podido rodar su nueva película, Los límites del control, en España, México, Turquía o cualquier otro país. Se trata nada más de lanzar un agente distractor sobre sus internaciones verdaderas, las cuales había aceptado un momento antes: siempre tuvo la intención -más aún, la intuición- de un rodaje con locaciones en España. Se trató de una empresa quijotesca, más en sus adornos (con molinos de vientos y todo) que en sus empeños.

Es esta compulsión de Jarmusch por los agentes distractores lo que define la línea argumental, casi esquemática, que transcurre como una épica del tiempo muerto (muy semejante a la que ha podido verse en otras de sus películas), con locaciones en Madrid. La acción es una excusa para poder detenerse en los detalles y repetirlos hasta la saciedad en lo que cabe describir como un intento por desarticular los mecanismos narrativos del cine hasta convertirlos en mera tensión visual. Por supuesto, la fotografía -a cargo de Christopher Doyle- es espectacular.

El actor marfileño Isaach De Bankolé encarna a un personaje sin nombre y de pocas palabras que práctica tai chi en las mañanas, se resiste estoico a los encantos de la descomunal Paz de la Huerta (quien siempre aparece desnuda), se sienta en cafés donde siempre pide dos expresos (nunca uno doble) para...

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