JAQUE MATE / Tronando cuetes

AutorSergio Sarmiento

"Y su grito, como los cohetes que tanto nos gustan, sube hasta el cielo".

Octavio Paz

CUERNAVACA, Morelos.- Los fuegos pirotécnicos están prohibidos en nuestro país, pero es una de esas prohibiciones que nadie respeta, empezando por los propios gobernantes. Los mexicanos tenemos una obsesión con los cohetes que hunde sus raíces en la historia. No hay festejo nacional o celebración parroquial que valga si no está acompañada de cohetes.

"La Vida en México", el testimonio sobre la vida cotidiana en nuestro país a mediados del siglo 19 que ofreció la marquesa Calderón de la Barca, originalmente Frances Erskine Inglis, de origen escocés, subrayaba ya esta propensión. Cuando de regreso en Europa en 1843 se le pregunta "¿Qué estarán haciendo los mexicanos?", ella responde: "Lanzando cohetes".

Fernando del Paso tomó esta respuesta y la adaptó a su novela "Noticias del Imperio": "Un día el monarca español Fernando VII le preguntó a un visitante mexicano: '¿Qué piensa usted que están haciendo sus paisanos en estos momentos?' 'Tronando cuetes, Su Majestad'. Algunas horas después, el monarca español repitió su pregunta y el mexicano dio la misma respuesta. Así varias veces. Y Carlota lo aprendió esa noche: para los mexicanos toda fiesta o conmemoración, cualquier pretexto, era ocasión para hacer estallar cohetes y petardos ensordecedores por horas, días enteros, años, sin acabar nunca".

Octavio Paz subrayó el costo de la proclividad del "solitario mexicano" a las fiestas. "Nuestra pobreza puede medirse por el número y suntuosidad de las fiestas populares", escribió en "El Laberinto de la Soledad". "Durante esos días el silencioso mexicano silba, grita, canta, arroja petardos, descarga su pistola en el aire. Descarga su alma. Y su grito, como los cohetes que tanto nos gustan, sube hasta el cielo, estalla en una explosión verde, roja, azul y blanca y cae vertiginoso dejando una cauda de chispas doradas".

Las cosas no cambian a pesar del paso del tiempo. En el pueblo de Cliserio Alanís, en Jiutepec, Morelos, los pobladores este fin de año festejaron no sólo "tronando cuetes" sino "echando bala". Esta costumbre se repite a lo largo y ancho del País. Una fiesta sin tronidos no es fiesta. Nadie sabe, sin embargo, cuántas víctimas inocentes deja esta lluvia de cohetes y de balas.

Cada año se dan a...

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