Jaque Mate / Triste papel

AutorSergio Sarmiento

"Se necesita un siglo para formar un Estado y una sola hora para convertirlo en polvo".

Lord Byron

MADRID, ESPAÑA.- Nada más triste que comparar el papel que en el México de hoy está teniendo Andrés Manuel López Obrador con el que Felipe González desempeñó en la España de la transición.

En 1974, un año antes de la muerte del dictador Francisco Franco, el dirigente socialista de origen sevillano asumió la dirección del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) con ánimo de construir una economía moderna en el seno de una verdadera democracia. Dejó de lado las posiciones marxistas que durante décadas había mantenido el partido y participó con ánimo honesto en las negociaciones que llevaron a la edificación de la democracia española. Junto con otros dirigentes de centro, derecha e izquierda, como Adolfo Suárez, Manuel Fraga y Santiago Carrillo, estableció las bases institucionales de lo que sería la actual monarquía parlamentaria española.

Pronto la dictadura desapareció y hubo elecciones. Pero a pesar de que el PSOE seguía siendo el partido más votado en España, como lo había sido antes de la guerra civil, las alianzas de sus rivales le impidieron formar gobierno. Esto no hizo que González se desesperara. Aguardó con paciencia, realizando un trabajo constructivo en la Oposición parlamentaria, hasta 1982 cuando el voto de los ciudadanos le abrió las puertas al Palacio de la Moncloa.

López Obrador no sólo carece de la paciencia de González sino también de su buena fe. Su megalomanía es tan grande que no puede entender que los ciudadanos puedan sufragar por alguien que no sea él. Por eso, de cuatro elecciones en las que ha participado, ha cuestionado la validez de tres: todas las que perdió. Sólo ha aceptado el resultado de una: la única que ganó, la de la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal del año 2000. En la campaña presidencial de este 2006, de hecho, declaró que "un triunfo de la derecha es moralmente inaceptable".

No es para él la espera paciente en la Oposición buscando cooperar con un gobierno que no sea el suyo en la construcción de iniciativas que permitan impulsar una visión de País o mejorar el nivel de vida de la población. La Oposición, desde su punto de vista, sólo tiene sentido si utiliza sus fuerzas para destruir al gobierno. Poco importa si en ese intento se violan los derechos de terceros, incluso de los más pobres, esos que han servido de justificación en su obsesiva búsqueda del poder.

Felipe González, el estadista, y...

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