Jaque Mate / Sindicatos

AutorSergio Sarmiento

Es un efecto inevitable que a los burócratas les importará más la rutina que los resultados.

Walter Bagehot

Por sus resultados los juzgaréis. Nuestros líderes sindicales se encuentran entre los más prósperos del planeta. En cambio, nuestra clase trabajadora es una de las más pobres. Evidentemente algo no está funcionado en la política laboral mexicana.

Nuestros líderes se niegan a aceptar que el problema se encuentra en la ley. Con frecuencia afirman que la legislación laboral mexicana está entre las más progresistas del mundo. Pero difícilmente puede pensarse que una ley que hace ricos a los líderes y pobres a los trabajadores sea la mejor que podamos tener.

El fallecimiento de Leonardo Rodríguez Alcaine, que ha llevado de inmediato a una lucha para sucederlo en la CTM y en el SUTERM, obliga a echar una mirada de fondo al panorama sindical de nuestro país. Las raíces de la pobreza de nuestra clase trabajadora surgen de la legislación laboral de nuestro país. Sólo la inversión productiva genera riqueza, pero nuestra ley está hecha para detener la inversión en lugar de promoverla.

México es quizá el único país del mundo en que un sindicato puede declarar una huelga en una empresa nueva, aunque ésta no haya contratado todavía trabajadores y éstos no hayan podido decidir si quieren sindicalizarse y con quién. Los sindicatos se convierten así en mafias que extorsionan a los inversionistas y les venden contratos de protección. Nuestro país es singular también en el hecho de que los trabajadores no tienen que dar su asentimiento para que se declare una huelga en su nombre.

Las decisiones de los sindicatos se toman y aplican a espaldas de los trabajadores. Bastante inquietante es que un sindicato, la CROC, sea utilizado como ariete para doblegar a un periódico crítico como Noticias de Oaxaca; pero mucho más preocupa que en nuestro país resulte legal declarar una huelga que no cuenta con el apoyo de los trabajadores, como ha ocurrido en ese diario, y apoyarla con golpeadores venidos de otros lugares y otras actividades.

Una de las razones por las que los líderes sindicales de nuestro país pueden hacer lo que quieran, con lo cual suelen beneficiarse a sí mismos y olvidar los intereses de sus agremiados, es el enorme poder que acumulan al permanecer en cargos de dirección de manera indefinida. No es casual que los líderes mexicanos se eternicen en sus puestos: Fidel Velázquez, Leonardo Rodríguez Alcaine, Carlos Romero Deschamps, Joaquín Gamboa...

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