JAQUE MATE / Milagros de Teresa

AutorSergio Sarmiento

"El santo es aquel que está tan fascinado por la belleza de Dios y por su perfecta verdad que éstas lo irán progresivamente transformando".

Benedicto XVI

Nunca he entendido por qué Dios habría de crear un orden en el universo, con leyes naturales de asombrosa elegancia, sólo para violarlo de manera discrecional. Esta creencia lleva a la Iglesia católica a inventar milagros que no son necesarios para honrar a aquellos que se distinguen por su bondad, por su generosidad o por su amor a Dios.

Pocos personajes de la historia contemporánea han sido más reconocidos por su caridad y su fe que la madre Teresa de Calcuta. La fundadora de las Misioneras de la Caridad de Calcuta trabajó durante décadas en bien de los pobres, los enfermos, los huérfanos y los moribundos en la India y otros lugares. Son numerosas las crónicas de su entrega a esta labor humanitaria. En 1979 recibió el Premio Nobel de la Paz. Cuando falleció, el 5 de septiembre de 1997, se le rindieron homenajes en todo el mundo. Su nombre se ha convertido en sinónimo de la ayuda a los más necesitados.

Nada más necesitaría la madre Teresa de Calcuta para ser recordada con amor y veneración por sus correligionarios. El problema es que para canonizar a una persona la Iglesia católica establece el requisito burocrático de adjudicarle cuando menos dos milagros.

Un milagro es por definición una violación a las leyes de la naturaleza. Creer en milagros es, me parece, faltar el respeto a la figura divina. ¿Qué sentido habría tenido crear un universo en perfecto equilibrio sólo para violar sus reglas?

Entiendo que las religiones surgieron en la historia como formas de explicar aquello qwue no se comprendía. Las estaciones del año, los eclipses, los terremotos, la vida y la muerte, entre otros fenómenos, se explicaban por la intervención de dioses que daban la vida y la quitaban, que construían un mundo para albergar la vida después de la muerte, que causaban fenómenos como los eclipses o el cambio de las estaciones.

Los dioses de la antigüedad, sin embargo, eran seres apenas superiores a los humanos. Sus pasiones, sus odios y sus amores eran similares a los nuestros. El monoteísmo judío, del que surgió el cristianismo, se distinguió de otras religiones antiguas porque concibió a un Dios omnipotente, omnipresente y creador de...

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