JAQUE MATE / El libanés

AutorSergio Sarmiento

"El que no tenga un amigo libanés, que lo busque".

Adolfo López Mateos

GUADALAJARA.- Arribó a México procedente de un Líbano empobrecido en 1924. Tenía apenas 20 años de edad. Llegaba con su esposa, casi niña, y una hija en brazos. Buscaba reunirse con su madre y una hermana que habían llegado antes que él.

A Pedro Sarquís Merrewe el puerto de Veracruz debió haberle parecido exótico y extraño. El calor húmedo y la abundante vegetación contrastaban con la seca geografía que había conocido en el norte del Líbano. Los porteños parloteaban con rapidez en un idioma indescifrable. Incluso los anuncios le resultaban misteriosos. Si en su árabe natal nunca había aprendido a leer y escribir, las letras del español no tenían sentido para él.

Sarquís se trasladó primero a La Piedad, Michoacán, donde estaban su madre y su hermana. De inmediato empezó a trabajar. Como muchos otros libaneses empezó a vender ropa y tela en abonos. Así empezó a hacerse nombre de honesto y trabajador. Adquirió además una educación por cuenta propia. Los inmigrantes son con frecuencia los miembros más exitosos de una sociedad porque son también quienes más deben esforzarse.

Después de algunos años Sarquís se mudó con su familia a Guadalajara. Ahí puso un pequeño taller de confección de ropa en el popular barrio de San Juan de Dios. A otro taller en el centro de la ciudad siguió su primera tienda, La Casa del Obrero. En 1946 fundó La Cadena de Guadalajara. Una de sus líneas de ropa, Brittania, fue particularmente exitosa. En 1963 estableció la Unidad Industrial Ropa Cadena, una moderna planta con gran capacidad de producción.

Don Pedro nunca perdió su arraigo con la gente. Solía comer con sus trabajadores en la planta. Dio también muestras de gran generosidad. "Aquí se queda todo -decía-. Nada nos podemos llevar".

Los éxitos, empero, generaron envidias y ambiciones. En 1974 don Pedro fue secuestrado, años antes de que la práctica se volviera habitual. Su familia reunió el dinero del rescate y lo entregó; pero don Pedro, que padecía diabetes, falleció en manos de los secuestradores. El cuerpo sin vida fue abandonado enredado en una colcha.

Los mismos secuestradores habían sido tocados por la personalidad de don Pedro y...

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