JAQUE MATE / Los héroes niños

AutorSergio Sarmiento

"Como renuevos cuyos aliños

un viento helado marchita en flor,

así cayeron los héroes niños ante

las balas del invasor".

Amado Nervo

Ningún héroe niño tomó el lábaro patrio y se lanzó con él desde los altos del Castillo de Chapultepec para salvaguardarlo ante las tropas del invasor. Es verdad que el 13 de septiembre de 1847 unos cincuenta cadetes del Colegio Militar permanecieron en el Castillo de Chapultepec, su sede, para participar en la última batalla de defensa de la Ciudad de México, y que algunos, quizá cuatro, murieron; pero la mayor parte de los 1,200 defensores eran soldados regulares, incluyendo unos 400 efectivos del batallón de San Blas, comandado por el teniente coronel Felipe Santiago Xicoténcatl, al cual pertenecía Juan Escutia. Sí, Juan Escutia no era cadete, ni tampoco niño. Cuando falleció acribillado en las faldas del cerro de Chapultepec, al parecer mientras trataba de huir hacia el Jardín Botánico, era un joven soldado de 20 años.

La bandera de México ondeó sobre el castillo hasta que fue arriada por las tropas estadounidenses y entregada al general Winfield Scott, quien la llevó a su país como trofeo de guerra. El gobierno estadounidense la devolvió a México en el gobierno de José López Portillo.

También es falso -o, por lo menos, cuestionable- que unos restos humanos encontrados en 1947 en las faldas de Chapultepec hayan sido de los cadetes. Lo estableció, sin un estudio serio, un decreto del presidente Miguel Alemán Valdés, avalado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, que nadie se atrevió a desmentir. Los restos fueron depositados en el Altar de la Patria, mejor conocido como el monumento a los Niños Héroes, cuya construcción ordenó el Presidente en 1947 y se concluyó en 1952. Ahí también se depositaron los restos del teniente coronel Xicoténcatl.

No sabemos cuál era la apariencia física de los cadetes que fallecieron en Chapultepec. Los rostros de las estampitas escolares, imitación de las que se hacen de los santos, fueron imaginados años después por artistas que no los conocían. Son imágenes románticas, idealizadas. Mucho de lo que nos dicen que ocurrió en la batalla de Chapultepec surge de historias orales que se fueron embelleciendo para forjar la heroica...

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