JAQUE MATE / Dylan, la leyenda

AutorSergio Sarmiento

"El que no está ocupado en nacer, está ocupado en morir".

Bob Dylan

Bob Dylan no es un cantante común y corriente. Desde la década de 1960 su fama ha trascendido la calidad de su voz, la sencillez armónica y melódica de sus composiciones, la complejidad de sus letras e incluso las pocas ventas de sus discos. Dylan es simplemente una leyenda de la música contemporánea. Y como leyenda puede darse lujos que los artistas normales no podrían siquiera considerar.

Esta semana Dylan ofreció dos conciertos en la Ciudad de México como inicio de una gira por Latinoamérica. Los conciertos fueron muy similares a los que este artista de 66 años ofrece usualmente por el mundo. Quienes buscaban corear las familiares canciones que se convirtieron en himnos de juventud y rebeldía en los años sesenta se sintieron decepcionados. Dylan hace todo lo posible por evitar esa reacción fácil del público. Quienes querían conocer a la leyenda, sin embargo, se sintieron fascinados por este singular personaje.

Dylan cantó pocas canciones de los viejos tiempos que permitieran corear a los 9 mil asistentes al Auditorio Nacional. Las piezas conocidas que interpretó fueron farfulladas, más que cantadas, de manera ininteligible ante un micrófono saturado por la cercanía de su boca. El acento sureño que durante décadas ha impostado -en realidad él nació en Duluth, Minnesota- hacía todavía más difícil entenderlo. Con Rainy Day Women #12 & 35 (Mujeres de un día lluvioso 12 y 35), It Ain't Me, Babe (No soy yo, nena) y Watching the River Flow (Mirando el río que fluye), cantadas al principio de manera apresurada y esquiva, Dylan dejó en claro que no dejaría que el público coreara.

Me da la impresión de que a Dylan simplemente no le gusta que la gente cante con él. Esto explicaría la manera en que interpreta sus obras. Aun así fue impresionante ver cómo miles de fanáticos mexicanos que no hablan el inglés como lengua materna hicieron todo el esfuerzo posible para acompañar al cantante en la letra brillante y compleja de Like a Rolling Stone (Como una piedra que rueda), la única canción que interpretó de forma que permitió algo parecido a un coro.

Al final del concierto Dylan entonó Blowin' in the Wind (La respuesta está en el viento), su canción más famosa. Ésta fue originalmente un símbolo del pacifismo idealista de los años sesenta, pero con el desgaste de la reiteración acabó por volverse un lugar común: casi música de ascensor. Lo interesante es que casi ninguno de los...

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