JAQUE MATE / Definir rumbo

AutorSergio Sarmiento

"Nadie puede estar en lo cierto todo el tiempo, pero ayuda estar en lo cierto la mayor parte del tiempo".

Robert Half

LONDRES.- Aunque el conservador Boris Johnson conservó la alcaldía de Londres, la joya de la corona, el Partido Laborista en la oposición logró avances muy importantes ante el Partido Conservador y los Demócrata Liberales en las elecciones municipales del 3 de mayo en el Reino Unido. De la misma manera, el socialista Francois Hollande obtuvo una victoria cerrada pero clara frente al presidente Nicolas Sarkozy ayer en Francia. En Grecia perdieron terreno los partidos tradicionales, pero la extrema izquierda y derecha avanzaron de forma importante.

¿Ha llegado el momento de los extremos en Europa? No necesariamente. Pero no hay duda de que a cualquier gobierno se le dificulta mantener el poder en una crisis económica.

Los conservadores británicos no pueden ser considerados responsables de la crisis en el Reino Unido. Ésta se gestó en el largo periodo en que la izquierda estuvo en el poder, primero bajo Tony Blair y posteriormente de Gordon Brown. Le ha tocado al gobierno conservador de David Cameron, sin embargo, aplicar las medidas de austeridad que nunca resultan populares.

Sin embargo, solamente un 32 por ciento de los británicos se molestaron en votar en las municipales de este 3 de mayo. Quizá en una elección nacional, en la que naturalmente habría más interés del electorado, los conservadores podrían haber logrado un mejor resultado.

La elección presidencial en Francia, en la que hubo una participación de 81.5 por ciento, ha sido muy diferente. La votación se convirtió en un referéndum sobre el presidente Sarkozy quien llegó al gobierno prometiendo reformas de mercado pero después mantuvo políticas nacionalistas y populistas.

Francia es una paradoja. Por una parte cuenta con una economía moderna y competitiva, pero por la otra tiene una participación del gobierno en el producto interno bruto de 56 por ciento, superior incluso a Suecia. Los altos impuestos, una jornada de trabajo de 35 horas a la semana y una ley que pensiona a los trabajadores a los 60 años restan ahora competitividad a la economía francesa y han hecho que...

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