JAQUE MATE / Defensas desarmadas

AutorSergio Sarmiento

"El gobierno no es razón, no es elocuente, es fuerza. Como el fuego, es un peligroso sirviente y un temible amo".

George Washington

Las fotografías muestran que los dirigentes de las autodefensas levantaron la mano con gesto resignado. En Apatzingán, al lado del comisionado federal, Alfredo Castillo, y de los comandantes de la zona militar y la policía federal, José Manuel Mireles, Estanislao Beltrán y otros votaron de manera unánime este 25 de abril su propia desaparición.

A partir de hoy las autodefensas de Michoacán empiezan un proceso gradual de presentación de sus armas a la autoridad. No podrán conservar las de uso exclusivo de las fuerzas armadas. Aquellas que puedan y quieran mantener deberán ser disparadas para registrar su huella balística. Si en el futuro se emplean para cometer delitos, podrán ser identificadas. El registro permitirá la posesión pero no la portación. Las armas deberán ser guardadas en casa. Algunos de los miembros de las autodefensas se incorporarán a la nueva policía estatal pero bajo una disciplina oficial. Si se cumplen los términos del acuerdo, el movimiento de las autodefensas habrá concluido.

No es fácil convencer a un grupo paramilitar de desarmarse, especialmente las autodefensas michoacanas. Estos grupos se crearon por desesperación ante la incapacidad del gobierno para garantizar la seguridad. El que sus dirigentes hayan aceptado desarmarse es un gesto enorme de confianza al comisionado y a los cuerpos federales de seguridad.

Quizá el acuerdo se deba a que buena parte de las autodefensas sí representan una verdadera reacción popular a los abusos del crimen organizado. Cuando surgieron los Caballeros Templarios también se presentaron como una organización justiciera, que buscaba liberar a los michoacanos del violento yugo de los Zetas. Los Templarios eran cuando menos michoacanos mientras que los Zetas venían de fuera. Pero una vez que los Zetas fueron expulsados, los Templarios se convirtieron en peores déspotas.

En un principio los michoacanos aceptaron el nuevo yugo con resignación. Pocos se oponían a las extorsiones. Los pagos eran uno más de los impuestos por trabajar o hacer negocios en un estado sin gobierno. Los mismos gobernantes preferían pactar con los Templarios y recibir los beneficios que éstos repartían antes que enfrentarlos y arriesgar...

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