Jaque Mate/ Discursos

AutorSergio Sarmiento

"Las palabras son ráfagas de viento que, al propagarse, lo mismo pueden producir frutos |que daños y ruina".

Chuang Tzu

Monterrey.- Una conferencia como la de Monterrey no es necesariamente un asunto divertido. Tan sólo en las dos sesiones plenarias de ayer, 83 jefes de Estado y de gobierno, así como directores de organismos internacionales, ofrecieron una interminable sucesión de discursos en la que cada uno planteaba su visión del mundo y la pobreza. En las dos sesiones de este viernes 22 de marzo están programados otros 85 participantes. Al final, hoy por la tarde, se procederá a aprobar el Consenso de Monterrey, un documento redactado antes de los discursos y discusiones de estos días.

La enorme mayoría de los discursos en las sesiones plenarias son absolutamente previsibles. No hacen más que repetir lugares comunes que se pueden leer en cualquier publicación de escaso rigor. Pero incluso los más primitivos de los discursos son pronunciados como si fueran grandes piezas de oratoria e instrumentos para transformar el mundo. Los mandatarios pueden ser limitados en poder o capacidad personal, pero no en ego.

Unos pocos discursos tocan lo esencial, como el de Horst K"hler, del Fondo Monetario Internacional, quien planteó ayer que para combatir la pobreza "el mundo necesita más y no menos integración", o el de Michael Moore, de la Organización Mundial de Comercio, quien advirtió que la eliminación de barreras comerciales beneficiará muchas veces más a los países pobres que toda la ayuda para el desarrollo.

Sin embargo, independientemente de la importancia del discurso o de la habilidad retórica de los dignatarios, la atención, incluso del público más comprometido, tiende a distraerse. Los asistentes empiezan a dejar la sala después de cierto tiempo o conversan abiertamente y toman llamadas telefónicas. El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, dejó el presidio después de un tiempo relativamente breve. El presidente Fox presidió estoicamente la sesión de la mañana durante tres horas y media, pero después le dejó la conducción de la sesión al presidente de El Salvador.

En la monótona sucesión de discursos de ayer rompió la regla inicialmente el populista presidente venezolano Hugo Chávez, quien a nombre del "Grupo de los 77 y China" improvisó un errático discurso, con pretensiones incendiarias, en el que pidió, empleando palabras de Alfonso Reyes, "enderezar lo torcido". Para esto, dijo, hay que terminar con "el modelo...

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