Jaque Mate/ La consulta

AutorSergio Sarmiento

"En este mundo no hay autoridad infalible, pero es necesario que alguien tenga la última palabra".

George Bernard Shaw

Se trató de hacer pasar el experimento como un ejercicio democrático. Pero en realidad se trató de una maniobra política.

Unas decenas de miles de personas votaron este pasado fin de semana para decidir si debía o no elevarse el precio del Metro y de otros transportes públicos en Distrito Federal. La propuesta era elevar el pasaje de 1.50 a 2.00 pesos por cada viaje.

En la consulta sólo votó la gente que quería participar o que lo podía hacer por vía telefónica: un poco a la manera de los sondeos telefónicos de las televisoras o de las votaciones de qué melodía prefiere de las radiodifusoras. Si bien más de 5 millones de pasajeros utilizan diariamente el transporte público del Distrito Federal, la participación en la consulta no llegó a 50 mil. Aun así, este voto se consideró como un mandato para tomar una decisión de Gobierno.

La decisión quedó en manos de personas con servicio telefónico, las cuales no son necesariamente las usuarias del Metro, y de aquéllas enteradas de la consulta que tuvieron la disposición o la paciencia de llamar por teléfono.

Había un mecanismo informático para impedir que se hiciera más de un voto desde un mismo teléfono. Pero no hubo ningún intento por ofrecer un verdadero espejo de la sociedad. No se realizó una verdadera encuesta: no hubo ponderación de los participantes por sexo, edades, clases sociales o lugar de residencia.

No se permitió la participación de personas que no vivieran en el Distrito Federal. Se podrá argumentar que los "provincianos" no tienen nada que opinar en un asunto como éste, que sólo les concierne a los capitalinos. Pero eso es falso.

Si consideramos que la capital de la República se endeuda cada vez más para mantener los servicios que ofrece, especialmente los de transporte, y que las deudas de la Ciudad de México siempre han terminado siendo pagadas por la Federación, encontraremos que había muy buenas razones para hacer que la población de toda la República participara en este ejercicio.

Al final la sensatez prevaleció ante la lógica de la conveniencia personal. La mayoría de los encuestados, un 70 por ciento, se pronunció a favor de elevar la tarifa del transporte público en un 25 por ciento. Quizá esto se deba al hecho de que los millones de usuarios cotidianos -la mayoría de los cuales no tiene teléfono- simplemente no participaron.

Pero la verdad es que estas...

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