Empresa/ Jaque

AutorAlberto Barranco Chavarría

Estamos hablando de un abanico que incluiría aumentos en las tasas impositivas, reducción drástica o si lo prefiere freno al gasto público e incrementos en los precios y tarifas públicas, es decir gasolinas, energía eléctrica y gas para uso doméstico.

Y aunque la primera posibilidad reclamaría la aprobación, convocatoria al calce para un periodo extraordinario de sesiones del Congreso, de una mini miscelánea fiscal de emergencia, las dos siguientes caben en el ámbito de facultades de la dependencia encabezado por José Angel Gurría.

De hecho, en los últimos tres años se volvió práctica común el romper los compromisos pactados en materia de ministración de las partidas del presupuesto público de inversión, para las diferentes dependencias, al disminuirse drásticamente el monto de éstas, en sendas operaciones dosificadoras.

Lo cierto es que la tenaza del instituto central sobre Hacienda, o si lo prefiere de Guillermo Ortiz sobre Gurría, se ha ido estrechando paulatinamente...

Nosotros, dicen las líneas y las entrelíneas, ya cumplimos.

El jaque se abrió al hacerse público el Informe sobre la Inflación Abril-Junio firmado por el organismo autónomo, en el que se alertaba sobre tres focos en el horizonte que podrían derivar en presiones sobre los precios: el creciente incremento en los niveles internos de consumo; la falta de simetría entre los aumentos salariales y la productividad, a la par de los vaticinios de inflación para los próximos 12 meses, y la posibilidad de una desaceleración brusca en la economía de los Estados Unidos.

Aleatoriamente, el instituto central hablaba del amago de un aumento sustancialmente mayor a lo esperado en el nivel de las tasas de interés internacionales; un desplome del mercado de valores del propio país vecino, y una caída importante en el precio del petróleo.

El caso es que aunque se adelantaba la opción de apretar la política monetaria -lo que se cumpliría a la letra con el incremento de 50 millones de pesos en el corto, con que se obliga al encarecimiento en el costo del dinero-, se advertía que la carambola podría conducir, como ocurrió también a la letra, a una mayor apreciación del tipo de cambio, lo que estimularía un mayor gasto de consumo...

En ese escenario, Hacienda debía hacer su parte:

"Por ello -señalaba a la letra el documento-, el instrumento más efectivo a disposición de la política económica para afectar el gasto sería la restricción fiscal. Una medida semejante, al aumentar el ahorro público...

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