'Jamás pensé que un injerto me salvaría'

AutorAdriana Alatorre

Fueron al menos tres litros de agua hirviendo los que, por accidente, Raymundo Roaro se echó encima. La quemadura abarcó 40 por ciento de su cuerpo y lo mantuvo al filo de la muerte.

Era una mañana de domingo como cualquier otra, pero esta vez, el asa del recipiente en que solía calentar el líquido se venció y el hombre de 79 años, quien vive solo, resultó lesionado.

Un vecino lo llevó a urgencias. Don Raymundo recuerda que el pecho, parte de las piernas y un brazo le ardían como si se le hubieran estado consumiendo.

Pasó varias horas en el Hospital General, hasta que lo estabilizaron. Sin embargo, perdía aceleradamente los signos vitales.

"Un doctor le dijo a mi hija que estaban buscando que me donaran piel. Fue una sorpresa porque jamás habíamos pensado que eso serviría para recuperarme", afirmó.

Los coordinadores de órganos del Hospital General lograron la donación proveniente del Instituto Nacional de Rehabilitación.

"Cuando iban a hacer el injerto que me curó, yo estaba relativamente consciente: llegaron unos...

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