Jaime Sánchez Susarrey / Ganadores...

AutorJaime Sánchez Susarrey

El PRI arrasó. Con 36.68 por ciento de la votación (8 puntos más que el PAN), cinco de las seis gubernaturas y la victoria en Guadalajara, Zapopan, Tonalá, Cuernavaca, Naucalpan y Tlalnepantla, además de otros municipios, emerge como la primera fuerza política nacional. Su victoria es indiscutible. Sus diputados (alrededor de 240) sumados a los del Partido Verde tendrán la mayoría absoluta en la Cámara baja. Algo que no se veía desde 1994. A ello hay que agregar que ahora gobernará en 19 de las 32 entidades de la Federación.

El otro vencedor, en menor escala pero vencedor real, es Andrés Manuel López Obrador. El Partido del Trabajo y Convergencia, apadrinados por el "rayito de esperanza", obtuvieron respectivamente 3.6 por ciento y 2.4 por ciento de la votación, esto es, un 6 por ciento global. Pero además, impulsó la victoria de "Juanito", el candidato del Partido del Trabajo en Iztapalapa. Le propinó así un severo golpe al PRD de Jesús Ortega y puso contra la pared a Marcelo Ebrard.

La victoria de López Obrador es directamente proporcional a la derrota de la corriente de Jesús Ortega. El PRD cayó por debajo de su nivel histórico (alrededor del 17 por ciento) al obtener sólo el 12.2 por ciento de la votación nacional. Pero no sólo eso. Iztapalapa, la delegación con mayor población y presupuesto del Distrito Federal, era gobernada por la corriente Nueva Izquierda de Jesús Ortega.

Marcelo Ebrard, por su parte, se encuentra ya ante un gran predicamento. La instrucción de López Obrador fue muy clara: había que votar por "Juanito" en contra del PRD y una vez que obtuviera la victoria, como es el caso, debería renunciar a la delegación para que ocupara su puesto Clara Brugada -vinculada a René Bejarano y Dolores Padierna. La nueva delegada deberá ser elegida por la Asamblea Legislativa del Distrito Federal a propuesta del jefe de Gobierno. De ahí el dilema: si Ebrard obedece a López quedará como un pelele y cancelará sus aspiraciones presidenciales. Si no lo hace, se expondrá a una reprimenda y a una embestida de los "bejaranistas".

Lo cierto es que López Obrador ya está de regreso. Logró atravesar el desierto, en el que él mismo se introdujo después de la derrota del 2 de julio, y ya está en pie de guerra. La elección intermedia fue su punto de arranque. Por eso lo vimos en los promocionales y propaganda del Partido del Trabajo. Apostó y ganó. Ahora irá con todo contra Jesús Ortega y Nueva Izquierda. Su objetivo será reducirlos a su mínima...

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