Jaime Sánchez Susarrey / Pre-sun-tos

AutorJaime Sánchez Susarrey

No hay sistema de impartición de justicia perfecto. Basta recordar el affaire Dreyfus en Francia, Sacco y Vanzetti en Estados Unidos y, más recientemente, en los años ochenta, el caso de una familia (hijo y madre) en California que fue injustamente encarcelada durante siete años por un supuesto abuso sexual masivo de niños.

Sin embargo, lo que ocurre en México es grave e inaceptable porque los excesos y las aberraciones del sistema judicial no son la excepción sino la regla. Eso es lo que la película Presunto culpable ilustra contundentemente.

Nuestro sistema de justicia no detiene ni procesa a los delincuentes -la tasa de impunidad ronda el 99 por ciento-, fabrica presuntos culpables. Pero, además, funciona -cuando lo hace efectivamente- a dos velocidades. El asesinato de Jaime Zapata, agente de inmigración de Estados Unidos, fue resuelto en una semana. Tiempo récord, y más tratándose de una banda de narcotraficantes los detenidos.

Si Zapata hubiese sido mexicano, la situación sería otra. Habría pasado a formar parte de la lista de las 30 o 35 mil víc- timas, y a la fecha no habría responsables de su muerte. Es más, con un poco de "suerte", como ocurrió con el caso de los jóvenes en Tijuana, podría haber sido señalado como integrante de alguno de los cárteles, es decir, como responsable de su propia ejecución.

Sin embargo, todos somos Jaime Zapata. Si la versión de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Procuraduría General de la República es correcta, el "contacto visual" y la confusión -los sicarios creyeron identificar a dos integrantes de otro cártel- fue accidental. Los agentes estadounidenses se detuvieron en el momento y lugar equivocados.

Ese riesgo es el que ahora corremos todos potencialmente. El lugar equivocado puede ser un bar, un centro comercial o una carretera. Y no sólo una carretera perdida. Porque la súper Monterrey-Ciudad de México es una de las más transitadas y vigiladas de la República.

Pero las malas noticias vienen, además, del otro lado de la frontera. ¿Cómo se explica que una de las armas que dispararon los sicarios haya sido parte de la operación encubierta "Rápido y furioso" de las autoridades estadounidenses? O peor aún, ¿Por qué sólo en ese momento, y no antes, se efectuó una redada que condujo a la detención de 500 personas vinculadas al tráfico de drogas?

El agente de operaciones especiales de la agencia de Inmigración y Aduanas (ICE), Louis Garcia, fue franco: "Éste es un asunto personal en honor de...

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