Jaime Sánchez Susarrey / Oaxaca: lecciones

AutorJaime Sánchez Susarrey
  1. Una vez que se opta por el uso de la fuerza pública debe hacerse en forma masiva y abrumadora. Porque entre mayores sean los destacamentos, mayor será su poder de disuasión. Y a mayor poder de disuasión, menor (o nula) necesidad de recurrir al uso de armas de fuego. Con todas las diferencias del caso, Oaxaca confirmó lo que ocurrió hace varios años en la UNAM. La entrada de los contingentes policiacos desalentó la resistencia o la venció sin mayores problemas. Por eso era indispensable la intervención de las fuerzas federales. Un operativo con las corporaciones locales hubiera terminado como un verdadero desastre.

  2. Ningún gobierno democrático en ninguna parte del mundo puede ni debe renunciar al uso de la fuerza pública. La esencia del Estado, como señalaba Max Weber, es el monopolio de la violencia física legítima. Ahí donde ese monopolio se rompe, el Estado comienza a desintegrarse. Oaxaca fue durante cinco largos meses un territorio al margen de la ley y el orden. Durante ese tiempo se convirtió en un problema de seguridad nacional; no sólo por el abandono en que se dejó a cientos de miles de ciudadanos, sino también por el efecto de demostración que tienen ese tipo de rebeliones.

  3. La negociación política no es siempre la panacea ni la esencia de la democracia. No lo es cuando un grupo viola la ley, utiliza métodos violentos y atenta contra las instituciones. Poco importa que ese grupo tenga fines delincuenciales o se asuma como la representación de un sector revolucionario (o la "encarnación" de la sociedad civil). La aplicación de la ley debe ser estricta y universal. Vale lo mismo para un ciudadano que para un grupo organizado. En México se opera con un criterio inverso. Mientras que al ciudadano común se le aplica todo el peso de la ley, a los grupos organizados se les tolera y se les condonan los procesos y las penas. De la UNAM a Oaxaca, pasando por Atenco, se ha repetido esa historia. El futuro del Estado de derecho en México depende de que se rompa esa perversidad.

  4. No se debe dejar crecer ningún problema con la esperanza de que las cosas se acomodarán por su propio peso; más vale atajarlo en forma inmediata. El paso del tiempo conduce irremediablemente a la descomposición social, el encono, la violencia y los enfrentamientos. Lo que sorprende en Oaxaca no es que haya habido 14 muertos, sino que el número de víctimas no hubiese sido mayor. Porque a final de cuentas, cuando impera la ley de la selva y un grupo organizado...

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