Jaime Sánchez Susarrey / Estampas

AutorJaime Sánchez Susarrey

El título completo de este artículo es "Estampas de estupidez, cinismo e impunidad". Y, obviamente, se refiere a funcionarios de primerísimo nivel de la administración federal y del gobierno de la Ciudad de México. El tema que les une es la forma en que han reaccionado ante diversos hechos violentos, entre los que sobresalen los asesinatos en Almoloya y el linchamiento de Tláhuac. Lo que hemos visto y oído en estas últimas semanas no tiene precedente. Estamos ante una pandemia que ataca por igual a azules y amarillos. Ninguno está exento ni se encuentra en condiciones de lanzar la primera piedra. La estupidez y el cinismo campean con honores por toda la República.

El último en hacer su aparición, pero no por ello menos notable y escandalosa, ha sido el vocero de la Secretaría de Gobernación. Gonzalo Altamirano Dimas, panista de rancio abolengo, minimizó el asesinato de Arturo Guzmán Loera, hermano del Chapo Guzmán, en la cárcel de máxima seguridad de La Palma el pasado 31 de diciembre. A decir del funcionario, esta ejecución no es más que "el prietito en el arroz", toda vez que se trataría de un hecho aislado y que la situación estaría bajo control. Lo que el señor Altamirano omite es, nada más y nada menos, que esta ejecución fue precedida por las de Miguel Ángel Beltrán en octubre y Alberto Soberanes en mayo en el mismo penal de máxima seguridad. No se trata, en consecuencia, de un hecho aislado sino repetido, que ha golpeado sistemáticamente a personas vinculadas con el Chapo Guzmán.

Pero no sólo eso. El mismo día que el inefable funcionario de Gobernación minimizaba lo ocurrido, el procurador general de la República declaraba que hay datos que permiten suponer que Osiel Cárdenas Guillén, líder del cártel del Golfo, controla la prisión de Almoloya de Juárez. La gravedad de la anterior afirmación no exige mayores comentarios. La Palma era, hasta hace unos meses, al menos en teoría, la única cárcel de "máxima seguridad" a prueba de balas y de capos. Puente Grande, en Jalisco, jamás tuvo los niveles de seguridad y control de Almoloya. La fuga del Chapo Guzmán lo mostró claramente. Y por si todo lo anterior fuera poco, se presume que el control de La Palma deriva de la asociación de Osiel Cárdenas con Daniel Arizmendi, el Mochaorejas. Así que peor, imposible.

Pero don Gonzalo Altamirano Dimas lejos de amedrentarse y hacer un mea culpa por su irresponsabilidad y frivolidad sigue tan campante como Johnnie Walker. El rumor de la crítica y la...

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