Jaime Sánchez Susarrey / De Cuba con amor

AutorJaime Sánchez Susarrey

Fidel Castro lanzó una bola curva y ensalivada. El arresto de Carlos Ahumada el 30 de marzo tenía un propósito evidente: La Habana proponía extraditarlo a cambio de que México no condenara a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. El mensaje era claro. Pero Vicente Fox no aceptó la transacción. ¿Por qué? En parte por convicción y en parte por cálculo. La convicción es que el régimen castrista sí está violando los derechos humanos de la población y debe ser denunciado. El cálculo es que, en estos momentos, a México no le conviene aislarse de los países -en particular de los Estados Unidos- que impulsaban la resolución contra Castro.

A partir del voto condenatorio, el destino de Carlos Ahumada quedó sellado. Fidel decidió utilizarlo como un ariete para golpear al presidente Fox y para favorecer al Jefe de Gobierno de la Ciudad de México. Todos los pasos posteriores fueron calculados con ese propósito. Por eso la deportación, que no extradición, fue sorpresiva. Y hay que reconocer que hasta ahora todos los objetivos se han cumplido cabalmente. El empresario ya está en manos del Peje y estará sujeto a cualquier averiguación previa que se le quiera abrir. Su futuro, en consecuencia, no puede ser más incierto.

Pero Fidel no quedó contento con eso y decidió ir más allá. El regalo para AMLO llegó con algo más que un gran moño rojo. El comunicado de la cancillería cubana precisa que el caso es un escándalo político y no legal, le da la razón al Jefe de Gobierno en la teoría del complot y señala que Carlos Ahumada confesó haber urdido la conspiración con meses de antelación. Las autoridades cubanas no han aportado hasta ahora ninguna prueba de sus dichos, pero sería muy ingenuo suponer que no tienen una grabación en la que el ahora deportado confiesa todo lo anterior.

La pregunta obvia que hay que formularse es: ¿cómo obtuvieron esa confesión? ¿Por qué el empresario, que presentó una denuncia ante la PGR por extorsión y amenazas de muerte contra René Bejarano, cambió radicalmente su versión? La respuesta, al menos en parte, está en las imágenes que pasaron por la televisión. El jueves por la noche vimos a un hombre terriblemente quebrantado y en mal estado de salud. La efectividad de la Policía cubana quedó así confirmada. Le bastaron 20 días para transformar a Ahumada en un guiñapo y hacerle decir lo que ellos querían.

Así que todo indica que Ahumada fue torturado física y mentalmente. Cosa que no tiene por qué sorprender. Las cárceles de...

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