Jaime Sánchez Susarrey / La patraña

AutorJaime Sánchez Susarrey

A la memoria de Beltrán.

En realidad no fue una patraña, fue una gran patraña. Me explico: ¿cuál es la diferencia entre las elecciones del 2006 y las del 2009? Ninguna en lo que se refiere a la organización de las casillas, los comités distritales y el conteo de votos. En la presidencial participaron alrededor de un millón de personas -previamente insaculadas- en esas labores. El pasado 5 de julio la cifra fue similar. Quien haya ido a votar constató, una vez más, que el proceso electoral está completa y absolutamente en manos de gente común y corriente.

No sorprende, por lo tanto, que en estos comicios no haya habido quejas ni denuncias de irregularidades. Los espacios y los resquicios para el fraude electoral fueron eliminados de larga data. ¿Por qué, entonces, las elecciones del 2006 fueron dominadas por el fantasma del fraude electoral? Porque López Obrador jamás estuvo dispuesto a reconocer su derrota. Para él la única prueba válida de la legalidad y transparencia del proceso era su victoria. Y al contrario, su derrota se convertía en la demostración por antonomasia que "la mafia" le había robado el triunfo.

Las denuncias que presentó "el rayito de esperanza" constituyen un himno a la estupidez. La existencia de un fraude cibernético no tenía pies ni cabeza. ¿Cómo trucar cibernéticamente las boletas y el conteo de las mismas por ciudadanos de carne y hueso? La respuesta es sencilla: imposible, como no sea por arte de magia. Después advirtió la existencia de un fraude "a la antigüita" con relleno de urnas y falsificación de actas. ¿Pruebas? Un video en un distrito de Guanajuato que fue aclarado y desmentido por la representante del PRD en esa casilla.

Voy a lo esencial. Para que un fraude "a la antigüita" hubiera podido ocurrir el Gobierno o "la mafia" deberían haber sobornado o controlado al millón de ciudadanos que organizaron las casillas y contaron los votos. Pero además, esos mismos ciudadanos fueron los que contabilizaron las boletas para la elección de senadores y diputados. Y ni López ni la coalición Por el Bien de Todos impugnaron esos resultados.

La genialidad del "Peje" está en que, a pesar de todas esas evidencias, sostuvo la denuncia contra el fraude y logró que millones de personas se tragaran esa rueda de molino. A grado tal que en el 2007, a un año de las elecciones, las encuestas mostraban que casi el 40 por ciento de la población consideraba que los comicios del 2 de julio habían sido fraudulentos. El recuento...

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