Ivaginaria / La vida sexual de Rasputín

El pene de Rasputín, su magnética personalidad y su maleva influencia sobre la política rusa y los zares, es parte de su fantástica leyenda. Su vida sexual ha sido uno de los principales motivos de discusión y casi un capítulo completo dentro de la historia de Rusia antes de la revolución.

Amén de lo que haya hecho Rasputín en su vida política o como sanador del hijo hemofílico de los zares, su truco era el más básico y menospreciado: sabía calentar a las personas.

Alexandr y Danil Kotstiubinski, psicólogo e historiador, escribieron un libro sobre los asegunes de la vida sexual de Rasputín y creo que su principal hallazgo es esa fase que el monje aprovechaba para poner en trance de calentamiento a las personas, las besaba en partes estratégicas y cuando ya estaban inundando la canoa, les daba un beso casto en la frente y las mandaba hechas aguas.

Lo cual yo denominaría como el momento "mira cómo me pones, ¿a poco me vas a dejar así?".

Casi todas las mujeres que iban a curación con Rasputín eran manipuladas sexualmente, incluso también sucedía con hombres, porque él era un hombre pansexual. También se ha escrito sobre sus orgías, la presunta relación sexual con la zarina, sus relaciones homosexuales y su gusto por la bebida.

La faceta más intensa de Rasputín fue la de su relación con la secta de los flagelados (jlystý o khlysty en ruso), fundada en los mil 600. El asunto con esta banda es que era muy azotada, nunca mejor dicho, porque además de las orgías que eran bastante democráticas e incluyentes, había mucho castigo corporal en aras de lavar los pecados.

Otro elemento tremendo era que muchas de las personas que se involucraban en una variante de este culto, los skoptzy, eran mutiladas en su genitalia o en los pechos en el caso de las mujeres. Esta forma de brazo de los cultos cristianos de aquel entonces, formaban parte de una iglesia primitiva que se tardó mucho en evolucionar.

Rasputín se aprovechaba de todos esos dones de los cuerpos ajenos y no escatimaba en su propio placer, pero creo que fue muy consciente del poder sexual que ejercía con su mirada y con sus curaciones digitales. Digamos que el dedeo era lo suyo, el cual es un arte muy poco apreciado y ejercitado.

En esos años el placer sexual era un asunto tabú, pero curiosamente en esos años en que...

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