Ivaginaria / Vecin@s que gritan...

AutorElia Martínez-Rodarte

Nunca he escuchado a nadie gritar durante el fornicio a propósito, salvo las veces que alguien me lo ha hecho notar y me he puesto a fisgonear. Por lo general es un individuo que siempre anda con las antenas como receptor de radio, captando a las morras gimiendo y a los batos bufando. Sea en hoteles, casas, departamentos, baños de antros, en el sanitario de la gasolinería... en donde se pueda y acomode, gente puede estar cogiendo. Y anunciándolo al mundo.

Los ruidos del sexo son inconfundibles, adictivos y hasta excitantes o repulsivos.

En un sitio en donde pasé un fin de semana, la gente de mi alrededor se quejó mucho de una pareja que gritaba mucho cuando estaba forniciando. Como duermo profundamente jamás me entero de nada alrededor, no escuché a nadie gimotear ni tampoco me hubiera importado darme cuenta.

Pero los demás, en voz baja, se mofaban de la forma en que ambos gritaban, nombraban, asqueroseaban, cómo se llamaban el uno al otro cuando se sentía que ya estaban al reviente.

Como era obligatorio escuchar a la noche siguiente el testimonio de los gritos, esperé hasta el primer aullido, que realmente no fue tan tarde.

Se estaban aventando uno de esos fornicios que suenan como choque de vísceras, y que son repulsivos, pero a la vez antojables y comunes. Era una pareja que no se limitaba a tentarse sino que también se anunciaba lo que venía: ambos eran muy ruidosos y bastante opinadores, pero se daban la cortesía de hablar el uno y luego la otra.

Es una de las formas de coger más interesantes que he presenciado, aunque fuera por el sentido del oído, porque en su manera de complacerse sexualmente también estaba la excitación oral, de ambos, y en ello un poco de exhibicionismo. Es claro que ell@s sabían que estaban escuchándoles afuera los demás huéspedes. Me parecieron sucios, pero divertidos.

Pero sí existen casos reales en los que por ejemplo, si las criaturas escuchan a una pareja gritando mientras fornicia, hay que contestar preguntas y no hacerse. Los actos normalizados del amor y el erotismo, son de nuestra cotidianeidad, se relacionan con el afecto y el respeto al cuerpo. No guarden silencio convirtiendo en algo cochino el asunto.

Cualquier persona que viva en un ámbito familiar en donde hay padre y madre que mantienen...

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