Ivaginaria / ¿A quién le vas a contar?

AutorElia Martínez-Rodarte

¿Saben cuál es una de las cosas más decepcionantes sobre el acto sexual? Que cuando un@ tiene un brinco follatorio verdaderamente bueno, no se lo puede platicar a nadie, ash.

Si un@ quiere contárselo (o jactarse, ¿por qué no?) al amigo, a la amiga, al compadre o a la comadre, lo primero que van a pensar es ash este ca qué presumido es. ¡Ya nadie tiene la capacidad de sentir una alegría genuina porque nos han dado una grandilocuente despeinada en la peluca! ¿Qué pasa con la humanidad? La empatía está pasada de moda.

Si por alguna peregrina razón, el meneo estuvo soberbio, lo único que nos queda es andar por los rincones tarareando cancioncitas y quejándonos en silencio de que nos duelen las mordidas en todo nuestro masticable cuerpecillo.

En el desafortunado caso de que llegues con alguien y le cuentes que te fuiste al motel con el panecillo de tus ansias y te dio la fornicada del año y todavía te dio feria, seguramente el interlocutor te mirará con cara de: ash esta es una zerda zuzia. Así, con zetas.

Olvídate de contarle detalles morbosos, obvio. Esas memorias, en el caso de que puedas conservarlas todas, serán las que acompasen el vaivén de tu mecedora en los años del invierno de tu vida. Allá irán a mecerse las imágenes de las personas que uno se goloseó en pensamiento, palabra, obra y omisión. También estarán presentes las salivas, el semen, los orines, la sangre, el trago de vino que se vació en tu cuello desde la boca de alguien, la mano fría posada en la parte interna de un muslo, los besos accidentados con choques de dientes y los besos profundos de duras lenguas. En la mecedora también se posarán los recuerdos de las pieles y sus cicatrices, las miradas negras, la impaciencia de los días que esperaste para acariciar a alguien y un concierto ininterrumpido de voces de personas que han gemido en tu oído, que han dicho tu nombre o te han llamado a gritos o que te han dado órdenes que cumpliste o no supiste cumplir.

Lo cierto es que después de la gran follada, quizás la única alternativa es saborearse el chocolate en silencio. Con la expresión del gato que se acaba de comer al...

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