Ivaginaria / Taxonomía del mantenido

No pude evitar tener un mal pensamiento cuando escuchaba la radio esta mañana. Un señor estaba explicando que existen tres tipos de hombres (así con muchos cojones lo anunció): el maduro, que vive en equidad de género; el que no dejaba que las mujeres se empoderaran o que toleraban a medias la "liberación" femenina; y el otro era el mantenido, es decir, aquel que pasó de mamar de la nona de su mamá a la de su novia/esposa/ o quien lo haya levantado.

Es un mal de nuestro tiempo que el síndrome del hombre mantenido se haya intensificado. Porque siempre ha habido, pero la historia de la sociedad patriarcal siempre ha privilegiado que ellas se queden en la casa y ellos se lancen por el sustento.

Y hablamos de mantenido por su mamá, esposa, novio, amante, padres, abuelos, tíos o cualquiera que aporte un poco para la dignidad de esta persona sin que ofrezca nada a cambio. La fuerza laboral femenina se ha incrementado, y algunos se quedan rezagados ahí entre la casa, la vagancia o el internet. Aunque también hay algunas fodongueando en sus casas esperando al princeso.

Pero no todos los mantenidos, en la vida real y pragmática, sirven para algo. El primer ejemplo de hombre mantenido que conocí y me pasmó, fue un hombre que vivía del sueldo de su mujer en dos trabajos que tenía. El individuo quizás haría muy buenos trabajos sexuales, lo cual sinceramente dudo, pero él sólo estaba como un mueble o pieza prescindible. Saludable, fuerte y de buena edad, se la pasaba tirando la hueva de una forma tan cínica, que hasta llegaba a convencer que sí, en efecto, era maravilloso que su pobre esposa lo mantuviera.

Los mantenidos que son compañeros sexuales ponedores, son un gremio que ejerce justicia, en especial cuando la diferencia de edades es notable. Un muchacho que esté romanceando con una mujer de 50 apenas va a completarle el gasto y a proveerle de suficiente fricción. En la mujer es una edad voraz.

Conocí a una mujer brasileña mayor de 60, que mantenía a su novio apenas mayor de edad, a quien le pagaba los estudios y era su acompañante a todos lados. Sólo era como un adorno de la mujer y lo interesante de todo es que pronto se adaptaron a ello porque era una forma de darse cariño recíproco.

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